Apenas acabó la misa de la mañana, centenares de fieles se aglomeraban para acceder al camarín de la Virgen de Caacupé. Entre empujones y forcejeos, Denis –coordinador del Equipo de Hospitalidad del Santuario– intentaba organizar a la gente para que de a uno ingresen al sendero flanqueado por vallas de hierro. Al acceder a la escalinata, los adelantados rodeaban el costado derecho de la Basílica, para acceder a la gruta que sostiene la imagen de la Santa Patrona. Unos toldos, dispuestos en las afueras del templo compensaban la intensidad de los rayos del Sol. La fila siguió interminable durante la jornada.