16 may. 2025

Inteligencia y conocimiento

Sin capacidad no es posible conformar un buen Gobierno. Menos aún se podrán realizar los cambios estructurales. Y peor aún, ni siquiera el discurso bastará, ya que se carecerá de la metodología de la acción social. Sin ciencia de la sociedad no hay teoría de lo social, como sin ciencia política tampoco se puede acceder a una teoría del Estado o de las formas del poder.

La democracia sin capacidad es enemiga de sí misma. Es una falsa democracia. Los mejores recursos de un país no son sus materias primas, sino los recursos humanos. Pero, a condición de que posean las capacidades de pensar y de hacer, así como la inteligencia para la imaginación creadora, la innovación permanente y la racionalidad crítica. Mas este capital social, que son los recursos humanos, necesita de un buen Gobierno. Buen Gobierno en el sentido de eficiente, idóneo, justo y con una formación intelectual adecuada.

Max Weber ya advertía que un buen Gobierno no se improvisa. En cierta forma, reconocía la teoría platónica de la insustituible sabiduría, así como la afirmación de Aristóteles de que sin conocimiento de la Política y de la Ética es imposible un Gobierno justo. Y hoy Niklas Luhmann aclara que la confianza, fundamental para el ejercicio del poder, depende de la inteligencia racional del Gobierno.

Esta inteligencia no es la habilidad para la simulación, expresada en una precaria astucia e imposición para ganar votos, aparentar liderazgo u obtener puestos importantes. Según la moderna biología, los seres humanos nos distinguimos por nuestra inteligencia, no para la supervivencia y adaptación de la singular especie, sino para crear obras y, a través del conocimiento científico y filosófico, modificar el mundo, incluso conocer en qué consiste la misma vida humana.

Para el conductismo utilitarista, la inteligencia se definía como la simple capacidad de comprender la realidad y aprovecharse de su cambiante situación. Pero Habermas y Karl-Otto-Apel coinciden en desmitificar esa seudointeligencia. Ya era, en la filosofía primera, la categoría del logos, la razón, y luego, para las ciencias modernas, es el conjunto procesal del entendimiento, la percepción, la explicación causal de los problemas y las teorías lógicas de las verdades universales. Además, la inteligencia es también la técnica particular del hombre para construir, vivir en el mundo de la cultura, de la civilización, de la sabiduría y de la información.

Pero tanto la inteligencia como la capacidad no están aseguradas por el credencialismo. Gell-Mann acaba de demostrar que el fracaso de la competitividad proviene de la sacralización moderna de los títulos y de la fama de las universidades.

Los estudios son absolutamente indispensables, pero solo sirven con el fundamento y el soporte del talento, la dedicación, el trabajo, la disciplina y la inferencia lógica. Y, a propósito, Noam Chomsky ha señalado que la mayoría de los expertos latinoamericanos, que se formaron en universidades rankingnizadas, son los preferidos de los Gobiernos que, en calidad de tecnócratas o de la intelligentsia, amplían las desigualdades con fórmulas, repeticiones y dogmatismos extraños a sus realidades.

Esto no quiere decir, en modo alguno, que nosotros podemos prescindir de la inteligencia y el conocimiento para tener un buen Gobierno. Solo indica, como exige la ciencia, la delimitación conceptual que define, ilumina, como la luz necesaria para identificar las cosas.

La sabiduría no es una ilusión. Es la distinción, profundamente humana, que, con pretensión de verdades y de todo descubrimiento posible, hacemos para formular preguntas capaces de responder a las complejidades siempre problemáticas.

Iniciemos entonces una nueva etapa, para que la educación pueda poner en los Gobiernos y al alcance de los ciudadanos la prioridad de la inteligencia y el conocimiento. El aprender a pensar es el requisito fundamental, pero también lo es el saber-hacer.

Se debe iniciar una nueva etapa para que la educación pueda poner en los Gobiernos y al alcance de los ciudadanos la prioridad de la inteligencia y el conocimiento.

Juan Andrés Cardozo

Filósofo

galecar2003@yahoo.es

Filosofía