En la campaña 2019-2020 se sembraron 5.919.910 hectáreas de tierras, donde la producción de la Agricultura Familiar Campesina (AFC) tiene una participación de apenas 5,92%, mientras que casi la totalidad corresponde al agronegocio. Con relación al periodo anterior hubo un aumento de 3.303 hectáreas en el primer grupo, mientras que el segundo se extendió a 117.593 hectáreas más.
El investigador Guillermo Ortega, explicó en uno de los artículos del último informe elaborado por Base Investigaciones Sociales que esta brecha entre ambos modelos de producción se mantiene desde el 2014. En la campaña estudiada muestra que el aumento de hectáreas en la agricultura campesina no llega ni al 1%.
Guairá, Amambay y Alto Paraná son los departamentos que experimentaron una mayor mejoría en la superficie sembrada, en tanto que se observan disminuciones en Caaguazú, Concepción, Canindeyú y Caazapá.
Los reportes del mismo centro de estudios revelan que entre el 15% y 47% de los productos consumidos en Paraguay proviene de las fincas campesinas sus menos de 350.000 hectáreas.
El principal rubro que no deja de crecer es la soja, cuyo cultivo se extendió a más de 3,6 millones de hectáreas, aunque también mostró una acelerada dinámica el arroz, que creció 11% respecto a la campaña agrícola 2018-2019.
El documento lanzado recientemente habla además de las disputas territoriales entre los grandes y pequeños productores, de los violentos desalojos y de la falta de acceso a semillas por parte de la agricultura campesina de la mano de la carencia de políticas públicas que apunten al desarrollo del sector. Asimismo aborda el aspecto tributario en el campo, las consecuencias del uso masivo de paquete transgénico y plantea que existe una desregulación en el marco normativo para la aprobación de los eventos biotecnológicos.
