14 may. 2025

Ignorancia no quita pecado

Por Gloria B. Rolón L.
grolon@uhora.com.py
Mal construido y todo el muy popular dicho: “Ignorancia no quita pecado” es una de las expresiones que, a muchos paraguayos y paraguayas, nos viene como anillo al dedo. Con ella se busca explicar que alegar ignorancia de las cosas no exime de culpa a nadie.
E indudablemente –por lo menos en un estado de derecho– toda culpa conlleva una pena; y para los creyentes, un pecado. Hoy, nuestro peor pecado es, precisamente, la ignorancia. Sí, esa que el diccionario de la Real Academia Española bien define como: “Falta de ciencia, de letras y noticias, general o particular”.
Todo lo que evidentemente le faltó a Atilio González, un padre, que aquí cerquita nomás, en plena ciudad de Luque, dejó morir a su hijo de 13 años de leishmaniasis. Sí, ¡de leishmaniasis! Y digo dejó morir porque según las crónicas periodísticas este señor se negaba a que su vástago fuera trasladado hasta un centro asistencial y recién permitió que el niño fuera internado después de que una fiscala se lo ordenara. ¡Qué horror!
Usted como yo se preguntará ¿cómo es posible, que en pleno siglo XXI, un padre no acuda corriendo al centro de salud u hospital más cercano cuando ve que su hijo de 13 años no puede moverse y apenas sí pesa 22 kilos? e incluso ¿cómo es que un papá pudo permanecer impávido observando que día a día su niño se iba apagando, consumiendo sin siquiera inmutarse?
En casos así indiscutiblemente no puede alegarse ignorancia o pobreza en su defensa. Ese padre debe estar procesado y en la cárcel. Sabemos que nuestro sistema de salud pública no es el mejor, pero indudablemente Gabriel (así se llamaba el niño) hubiera tenido una oportunidad si su papá lo hubiera llevado antes aunque no más sea al centro de salud de la esquina de su casa. El informe preliminar médico así lo confirmó.
Gabriel falleció en el Instituto de Medicina Tropical (Lacimet), institución en la que poco o nada pudieron hacer por mantenerlo con vida debido al avanzado estado de su enfermedad, según corroboraron los médicos que lo atendieron. Es más, pudo ser trasladado hasta allí recién después de que una fiscala del Menor de Luque, Monalisa Lovera, lo rescatara del hogar donde sus padres lo tenían postrado.
¡No! definitivamente, en casos como estos ninguna excusa es aceptable. La Justicia debe imputar y procesar a los papás de Gabriel, tamaño crimen no puede quedar impune.
Y paralelamente, tanto el municipio de Luque como el Ministerio de Salud, el Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (Senepa) y el Centro Antirrábico Nacional deben hacer un mea culpa urgente. Es que si ellos también hubieran hecho bien sus deberes la leishmaniasis no hubiera tenido la menor oportunidad de hacer su mortal incursión en esa ciudad.