Por Pa’i Oliva
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En vísperas del Vaticano II el papa Juan XXIII sorprendió a todos hablando de la Iglesia de los pobres.
Iglesia de los pobres es recoger toda la tradición del Antiguo y Nuevo Testamento y ponerla como centro de la comunidad (Iglesia) de los que seguimos a Cristo. “La Buena Noticia se anuncia a los pobres”, decía Jesús. Y para que fuera buena noticia era necesario que la pobreza (hambre, sed, enfermedades, discriminaciones) desapareciera. A luchar por ello dedicó su vida. Y a esta su causa la llamó el Reino de Dios.
La pobreza es compleja. Es económica , pero no se reduce solamente a ella. El pobre es un Don Nadie. Y eso significa que, personas o sistemas, le han privado de muchas cosas. En el fondo, siempre encontraremos a seres que, por egoísmo, se quedaron con la mayor parte, dejando en la nada a los otros. En contraposición, Jesús a aquellos los deja fuera del cielo.
Por eso hay que repetir hasta la saciedad que “fuera de los pobres no hay salvación, no hay Iglesia, no hay Evangelio” (obispo Pedro Casaldáliga).
Y estando las tres cuartas partes de la Humanidad en la pobreza, ya no se trata solo de dar alimento o educación. Lo esencial es cambiar las causas del crecimiento y realidad de los pobres.
¿Cuál es el papel de los ricos en esta Iglesia de los pobres? Pregunto: ¿Se podrá ser rico con conciencia tranquila sin ponerse descaradamente al lado de los pobres para que ellos se liberen de su pobreza?
Unas ideas para reflexionar esta semana.