Fue un partido en donde quienes disputarán en Oporto la final de la Champions League, el 29 de mayo, tuvieron la pelota, tuvieron opciones de gol, pero no las concretaron. Leicester, sin embargo (tercero en una liga ya definida, dos puntos por encima de su rival de ocasión), aprovechó un remate perfecto del centrocampista belga Youri Tielemans a los 63 minutos, lo que le bastó para resolver el juego y celebrar ante 20 mil personas.
El Chelsea pudo haber forzado la prórroga cuando a un minuto para el final del partido el defensa Wes Morgan envió la pelota al fondo de su propio arco, pero el árbitro acabó anulando la jugada tras revisar el VAR por fuera de juego.
Fue invisible la inquietud del Chelsea ante al resultado, teniendo en cuenta lo que se le viene en Champions. Thomas Thuchel, su entrenador, lo dejó traslucir a su manera: “Hemos controlado el partido, sin conceder ni una sola ocasión de gol (...) No sé cómo el Leicester hubiera podido ganarnos si no es por ese disparo a la escuadra que salió de la nada”, dijo el alemán.
Por el otro lado, fue pura felicidad, pues el técnico Brendan Rogers consideró que se trata de una “una sensación excepcional. La FA Cup, en todo el mundo, pero especialmente en la cultura británica, es un momento único”. A lo que se refería es a lo ampliamente inclusivo de las copas nacionales, sobre todo la británica, que alberga unos mil equipos y tiene 150 años.