PANORAMA. Los pronósticos más leves hablan de “espiralización” de la inflación y los más agudos, directamente de “hiperinflación”, que Argentina ya sufrió en 1989 y 1990, una situación desastrosa en cualquier contexto, pero más aún en un país con un 40,1 % de pobreza.
La palabra “hiperinflación” no solo se repite en el sector empresarial, como pudo verse días atrás en el Coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), celebrado en Mar del Plata, sino también en el discurso de los principales candidatos presidenciales.
“Estamos frente a lo que puede ser la peor crisis de la historia argentina”, dijo el pasado jueves el líder de La Libertad Avanza, Javier Milei, en un encuentro con empresarios, porque el país sufre “una aceleración inflacionaria” con “niveles para entrar en una hiperinflación”, “con el agravante de que los indicadores sociales” son “mucho peores” a la crisis socioeconómica de 2001.
Milei propone dolarizar la economía, eliminar el Banco Central y pasar la “motosierra” por el gasto público, pero sus oponentes señalan que el país no cuenta con suficientes divisas para eso, por lo que el libertario necesita una hiperinflación y un tipo de cambio muy alto para poder implementarlo.
Mientras, la candidata de Juntos por el Cambio (centroderecha), Patricia Bullrich, no dejó pasar la oportunidad de cruzar a Milei para mostrar el riesgo de su propuesta.
“Es conocida la teoría: cuanto peor, mejor” y “en el medio, 46 millones de argentinos que están cada día más pobres”, afirmó.
El candidato oficialista es el actual ministro de Economía, Sergio Massa, a quien se acusa de elevar el gasto público y el déficit fiscal a pesar de que Argentina no tiene acceso al crédito y solo puede financiarlo con emisión monetaria y, por lo tanto, con inflación, con tal de sumar adhesión electoral a Unión por la Patria (peronismo).
Por eso, el empresariado pidió en ese coloquio que lo más “urgente” que debe resolver el presidente que asuma el 10 de diciembre es estabilizar la macroeconomía, lo que implica lograr el equilibrio fiscal para bajar la inflación. El sector está preocupado por cómo hará para pagar los sueldos si se desbocan la devaluación y la inflación.