10 may. 2024

Hijos de papá

Criar un hijo nunca fue una tarea exclusiva de las mujeres, pero bien que los hombres dejaban la parte más pesada a cargo de ellas. Las cosas, felizmente, han cambiado y en la actualidad la responsabilidad es compartida en un porcentaje equitativo. ¿Cuáles son las características que tiene el padre actual? Los papás nos cuentan sus experiencias en esta materia.

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Jaime Zacher y Esteban

Por: Carlos Darío Torres / ctorres@uhora.com.py

Fotos: Javier Valdez

Producción: An Morínigo.

Ser papá es cosa de hombres. Una afirmación que puede pasar por tautológica, pero que ilustra una realidad actual, la que deja atrás un tiempo caracterizado por el escaso compromiso del padre con la crianza de los niños desde el nacimiento. Hoy está en retroceso esa categoría de varones que no se involucran en las obligaciones parentales.

Hace unos 40 años, la cultura del momento imponía un estilo de paternidad que hoy nos resulta mucho más lejana de lo que en realidad es. Lo que en ese entonces prevalecía como el ideal del rol de un hombre con respecto a sus hijos, en la actualidad nos parece anacrónico, en algún caso, e incluso bárbaro, en otros.

Mitos y leyendas

La supervivencia de ciertas costumbres y creencias, que eran consideradas verdades inmutables, se sostuvo sobre fundamentos más cercanos a los mitos que a criterios vistos como racionales según una óptica más actual.

Para las generaciones pasadas, el papá era el productor y la mamá la reproductora. Como proveedor, él tenía que pasar mucho tiempo fuera de casa, mientras la madre se quedaba en el hogar a cargo de la crianza y el cuidado de los hijos.

Esto implicaba que la mujer debía dedicarse exclusivamente a las tareas domésticas, a tiempo completo y sin espacio para su realización personal. El hombre, en cambio, tenía más oportunidades de “hacer su vida” fuera del hogar; y cuando volvía, lo hacía para alimentarse y descansar.

El padre de antes castigaba con golpes, su palabra era última e inapelable. Muchos eran reacios a demostrar afecto a sus hijos e hijas en público; en el caso de estas últimas, probablemente el compromiso con su educación era inferior en comparación con el que tenía la madre.

El papá enseñaba que los hijos varones debían ser muy masculinos y no demostrar sus sentimientos, además de animarlos a vivir situaciones de riesgo. Pregonaba que había una moral para los chicos y otra para las niñas de la familia, “valores” que casi siempre eran contrapuestos.

Los primerizos o los padres de recién nacidos no cambiaban los pañales ni preparaban el biberón, y mucho menos se levantaban de madrugada para atenderlos. Tampoco era habitual que se encargaran del lavado de las prendas del bebé.

La lista, seguramente, es más larga y cada quien debe tener sus propias historias para agregar a la nómina. Pero en general, este era el panorama predominante, con muy pocas diferencias entre los hombres que vivían en zonas rurales y los que lo hacían en áreas urbanas; o entre quienes pertenecían a una clase social elevada y otros de estratos más bajos.

Mario Ariel Alarcón y Santiago

Mario Ariel Alarcón y Santiago

LOS NUEVOS VÍNCULOS. Los papás de hoy: Saben quiénes son los amigos de sus hijos. Conocen sus gustos. Les acompañan a sus reuniones sociales. Ayudan a hacer tareas. Juegan con ellos. Les abrazan. Les dicen que les quieren. Les escuchan.

Buena presencia se busca

El padre de antaño se caracterizaba por ser distante, en tiempo y espacio, con respecto a la crianza de sus hijos. Ese probablemente sea el rasgo más los distingue de los progenitores actuales, quienes se involucran en el cuidado de los niños y buscan la forma de que sus actividades laborales no interfieran en sus responsabilidades parentales, para estar más cerca de ellos, en calidad y cantidad de tiempo.

“Yo trato de estar más con mi hijo, de compartir, de aprovechar el tiempo en casa aun cuando hay una realidad que nos obliga salir a trabajar. Los viejos de antes llegaban del trabajo y tenían que descansar, no había que molestarles. En mi caso, soy yo quien molesto a mi hijo cuando llego a casa, trato de ver cómo le fue en el día, de inculcarle esos valores de preguntarle a la gente cómo está, cómo estuvo la jornada”, afirma Mario Ariel Alarcón, empleado público y padre de Santiago, de 4 años.

Matías Gilckman y María Sol García son pareja desde hace 12 años y están casados desde hace dos. Son padres de Catalina, quien acaba de cumplir un mes de nacida. Matías es creativo publicitario, y Sol, diseñadora industrial. “Nuestros trabajos implican pasar mucho tiempo fuera de casa. Por eso decidimos montar nuestras propias empresas en el hogar, para poder estar un poco más de tiempo con la gorda. Y nos vamos repartiendo los momentos cada uno”, relata el nuevo papá.

¿Cómo es un día en la vida de esta pareja de padres primerizos? “Depende del flujo de trabajo. Los primeros días, la bebé depende casi exclusivamente de la madre; después ella tiene que empezar a hacer su vida posparto. Cuando trabaja, yo atiendo a Cata. Trabajamos, pero al mismo tiempo estamos presentes mientras ella crece, algo que nuestros padres no pudieron hacer por una cuestión objetiva”, explica Matías.

Jaime Zacher es músico, por lo que, afirma, su día a día es impredecible. “De repente somos músicos, más tarde somos deportistas y después somos monstruos invisibles. Pero mi agenda la marca mi hijo Esteban. Tengo la suerte de poder manejar mis horarios de trabajo, de ensayos y de estudios de grabación. Para los conciertos, su mamá hace todo lo posible e imposible para estar”, relata.

Mario Ariel agrega, por su parte, que su trabajo de funcionario tiene un horario que va de 7.00 a 15.00. “Llego a casa entre las 16.30 y las 17.00, si no tengo que hacer tareas extras. Mi señora, Andrea Belén Ibáñez, trabaja en una maquiladora y tiene más o menos mi horario. Ella llega a las 18.00”, cuenta.

En estas condiciones, el cuidado de Santiago se torna difícil, dada la coincidencia del tiempo que pasan fuera del hogar. ¿Cómo enfrentan esta situación? “Juntamos nuestros sueldos para pagarle a una persona que se encarga del trabajo de la casa y se queda a cuidar al niño. Los fines de semana sí estamos de lleno con él”, revela.

Matías Glickman y Catalina

Matías Glickman y Catalina

Modernos convictos y confesos

Mario Ariel lleva el pelo largo (la mayoría de las veces) y usa barba, un rasgo de actualidad que lo diferencia de los papás de antes. Pero él no cree que la modernidad pase por las modas. “Me considero un papá moderno porque, a diferencia de cómo fue formada la sociedad que conocíamos, el padre era el que salía a trabajar y la mamá se quedaba en la casa, él era el encargado de llevar el sustento, y poco y nada se relacionaba con los hijos”, asegura.

Matías también se considera un padre moderno, por los valores que lo adornan antes que por su aspecto físico. Explica que comparte con muchos otros papás, similares inquietudes con respecto a los hijos, como el estar más presentes para verlos crecer.

“La mayor presencia es el gran reclamo a la generación de nuestros padres. Tengo amigos que dejaron de trabajar en oficinas para hacerlo desde sus casas o redujeron sus horas laborales de ocho a cuatro para estar más con sus hijos”, revela Glickman.

Jaime no se queda atrás y asevera que es un papá moderno, principalmente porque los tiempos que corren exigen que los varones se involucren en la crianza codo a codo con su pareja, que como él, también debe salir a trabajar. Pero aclara que esa situación no debe afectar la dosis de amor y cariño que necesita recibir un niño.

Aparte de lo mencionado, ¿qué otros rasgos ofrece un padre actualizado? “Yo me levanto a la noche a cuidar a la beba cuando Sol necesita salir, por el simple hecho de que ella también tiene que tener una vida y no estar atada a la niña. Esto no es 50 y 50, sino 100 y 100 de ambos lados. Es lo que hace que los padres modernos se diferencien de los antiguos. Ellos, por ejemplo, no hubieran cambiado pañales ni locos”, dice Matías.

“Uno se hace papá con la práctica. Estuve sin trabajo durante cuatro meses justo cuando iba a nacer Santiago. Mi señora lo tuvo por cesárea. Sentí miedo cuando me enteré de que me quedé sin trabajo, pero eso me permitió acompañarle a ella. También aumentaron mis conocimientos de cocina en ese tiempo”, bromea Alarcón.

SIN VIOLENCIA. La función histórica del padre ha estado vinculada a la disciplina, cuyo ejercicio, a veces violento, ha traído por generaciones la separación del niño del universo materno. Con el tiempo, esto ha cambiado y la forma de ejercer control y disciplina sobre los hijos hoy se complementa con la demostración de afecto.

Matías sostiene que el padre moderno se ha sacado mucho peso y muchos tabúes de encima. “Hoy nos hacemos cargo del bebé y de tareas que obviamente nos corresponden naturalmente por el hecho de ser padres, pero que durante mucho tiempo no eran consideradas de esta manera. Creo que los papás modernos estamos tomando un camino como de más presencia”, añade.

En los tres casos citados, se trata de papás presentes, quienes encuentran entre sus actividades laborales la forma de pasar el mayor tiempo posible con sus hijos, que en algunos casos cuentan con el auxilio de la tecnología actual o encuentran en las características propias de la profesión la manera de estar en casa y aprovechar el momento para ser padres cercanos.

El legado

No todo tiempo pasado fue mejor, pero tampoco tan malo que no haya dejado algo que se pueda rescatar. “Los padres de antes tenían menos acceso a la información, pero poseían el poder de la magia, la de hacer que su hijo nunca se dé cuenta de que era pobre. Esa magia se llama educación”, resalta Zacher.

El artista sostiene que su papá le enseñó que el mayor tesoro era el conocimiento, el saber, la cultura, y que el principal poder radicaba en el respeto y la amabilidad. “Los tiempos modernos, además de muchísima información sobre alimentación o crianza correcta, traen consigo una filosofía de consumo que hace que uno se preocupe más por tener algo que por ser algo. Me encantaría ser un padre que equilibre entre las cosas buenas de los de antes y lo actual”, manifiesta.

Los padres modernos: Bañan a sus hijos. Cambian pañales. Les dan el biberón o la comida.

Alarcón pide romper “esa mentalidad y esos prejuicios que tuvieron nuestros padres en las relaciones sociales; tratamos de que nuestros hijos les vean como iguales a todos, que tengan un pensamiento más humano en cuanto a lo social y en su relacionamiento con otras personas”.

Glickman asevera que la sociedad cambió y que hoy existe un acceso a la información casi ilimitado, “tenés un reseteo mental que te cambia; te cruzás con videos, notas que te dicen que el padre debe estar más presente y tu forma de pensar va cambiando, inevitablemente, no será de un día para el otro, pero sí de a poquito”.

Algunas maneras de actuar del padre mientras cuida y participa en la crianza de niñas y niños favorecen especialmente su crecimiento, su desarrollo, su bienestar e independencia, mientras atiende sus necesidades básicas de alimentación y salud. Pero también al demostrarles afecto, al explicarles qué sucede a su alrededor e impulsarles a aprender cosas nuevas. Tarea para los hombres de hoy.

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Vestuario: Nueva Americana

Modelo: Sergio Ybarra

Agradecemos a: Catalina Glickman García