11 may. 2024

Haruki Murakami, música, gatos y la pasión de leer

Es el autor japonés más leído en el mundo, nació en la ciudad de Kioto en 1949, y rechaza la opinión de los críticos literarios acerca de que lo etiquetan como “el padre del realismo mágico japonés”, pues dice rehuir los “ismos” y que en cualquier caso su estilo es el “murakaismo”.

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Haruki Murakami es un amante de la música y por eso, admite que su estilo de escritura surge precisamente de su amor por la música.

María Gloria Báez
Escritora

Nació en Kioto en 1949, como hijo único de padres profesores de literatura japonesa. Autor de una vasta creación literaria, la cual constituye una de las más ricas de la literatura japonesa contemporánea. Galardonado en el año 2023 con el Premio Princesa de Asturias, uno de los más prestigiosos del mundo hispanohablante. El jurado destacó, “la singularidad de su literatura, su alcance universal, su capacidad para conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental en una narrativa ambiciosa e innovadora que ha sabido expresar algunos de los temas y conflictos de nuestro tiempo: La soledad, la incertidumbre existencial, la deshumanización de las grandes ciudades, el terrorismo, pero también el cuidado del cuerpo o la propia reflexión sobre el quehacer creativo”. “Su voz, expresada en diferentes géneros, ha llegado a generaciones muy distintas. Haruki Murakami es un gran corredor de fondo de la literatura contemporánea”, concluye el acta del jurado. Creció leyendo una amplia gama de obras de escritores europeos y estadounidenses, como F. Kafka , G. Flaubert , C. Dickens , K. Vonnegut , F. Dostoyevski , R. Brautigan y J. Kerouac. Estas influencias occidentales distinguen a Murakami de la mayoría de los otros escritores japoneses. Traductor al japonés de varios novelistas y obras anglosajonas, entre los que podemos citar a S. Fitzgerald (con quien comparte la nostalgia por la belleza que desaparece); R. Chandler (quien inspiró su visión del mundo detectivesco); J. Irving (cuyo humor corrosivo responde al suyo); T. Capote (cuya elegancia y extrema precisión de estilo ama), especialmente R. Carver (cuyo minimalismo y espontaneidad estoica adoptó).

Se referiría a sí mismo de esta manera, “soy hijo único y tenía conversaciones con gatos que teníamos en casa”; “me encantaba leer, escuchar música y amo a los gatos… Esas tres cosas no han cambiado desde mi infancia: Gatos, libros, jazz”.

Estudió literatura y teatro griegos en la Universidad de Waseda, donde conoció a quien sería su esposa, Yoko Takahashi. A finales de la década de 1960, la pareja odiaba la idea de ser parte del “sistema” y hacer un trabajo de oficina tipo asalariado después de graduarse. En 1974, decidieron abrir un bar de jazz en las afueras del oeste de Tokio. Llamaron al bar Peter Cat (Gato Pedro), en honor a su gato mascota. Según recuerda, “Teníamos discos sonando constantemente y músicos jóvenes tocando jazz en vivo los fines de semana. Seguí así durante siete años. ¿Por qué? Por una sencilla razón: Me permitió escuchar jazz desde la mañana hasta la noche.” A los 29 años escribió su primera novela, Escucha la canción del viento, obteniendo el Premio Gunzo de Literatura para Nuevos Escritores, poniendo en marcha su carrera.

Su segunda novela, Pinball, 1973, se publicó en 1980. El libro exploraba los temas de la soledad, el compañerismo y el destino. La novela fue nominada al Premio Akutagawa. El éxito de las dos primeras novelas de Murakami permitió a la pareja abandonar el bar de jazz. En 1981, él y Yoko vendieron el bar, y Haruki cambió drásticamente su estilo de vida para dedicarse a una nueva obsesión que se apoderaría de décadas de su vida: Escribir. En 1982, publicó la novela La caza del carnero salvaje. Esta, junto con las dos novelas anteriores, formó la serie Trilogía de la Rata. En 1987, publica la novela Tokio blues (título original “Norwegian Wood”), la cual tuvo una acogida muy popular entre la juventud japonesa y convirtió a Murakami en una especie de superestrella en su país natal.

Durante el apogeo de la popularidad, Murakami incluso abandonaría Japón por un tiempo.

Amante de la música, plasma una inteligente conexión con las palabras y la música, admitiendo que su estilo de escritura surge de su amor por la música, la cual forma parte de su proceso de creación literaria, ‘‘Ya sea en la música o en la ficción, lo más básico es el ritmo. Tu estilo debe tener un ritmo bueno, natural y constante, o la gente no seguirá leyendo tu trabajo. Aprendí la importancia del ritmo de la música y principalmente del jazz. Luego viene la melodía, que en literatura significa la disposición adecuada de las palabras para que coincidan con el ritmo. Si la forma en que las palabras encajan en el ritmo es suave y bonita, no se puede pedir nada más. Lo siguiente es la armonía: los sonidos mentales internos que respaldan las palabras. Luego viene la parte que más me gusta: la improvisación libre. A través de algún canal especial, la historia brota libremente desde dentro. Todo lo que tengo que hacer es entrar en la corriente’’. Sus obras a menudo están salpicadas de melodiosas descripciones de la música; tejiendo un arreglo elegante que guía al lector a través de diferentes géneros como el jazz, rock, country y clásico. Para él, la música tiene narrativa: cuenta una historia. Murakami rinde homenaje a sus obras favoritas, ya sean incorporadas a historias o títulos, las cuales pueden ser percibidas en las páginas de “Tokio Blues” (1987);”Retrato en jazz” (1997) y “Retrato en jazz 2 (2001); 1Q84 (2009). En “Música, solo música” (2011) transcribe una serie de conversaciones mantenidas con Seiji Ozawa, venerado amigo, ex director de la Orquesta Sinfónica de Boston.

Al recorrer su producción literaria podemos mencionar, El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (1985); Al sur de la frontera, al oeste del sol (1992); Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1994); Sputnik, mi amor (1999); Kafka en la orilla (2002); la voluminosa obra de tres volúmenes 1Q84 , publicada en 2009 y 2010 cuyo título alude a 1984, la novela distópica más conocida de George Orwell; entre otros.

Autor de relatos, Después del terremoto (2000); El elefante desaparece (2004); Hombres sin mujeres (2014); etc.; además de ensayos, cuentos y producción periodística. Galardonado con premios tales como: Noma (1982); Tanizaki (1985); Yomiuri (1995); Kuwabara Takeo (1999); Mundial de Fantasía (2006); Internacional de Cuento Frank O’Connor (2006); Hans Christian Andersen (2016); América de Literatura (2018); Premio Mundial Cinco Del Duca (2022), ha sido nominado al Nobel de Literatura en reiteradas ocasiones.

Su trabajo abarca géneros que incluyen ciencia ficción, fantasía y ficción criminal y se ha hecho conocido por su uso de elementos realistas mágicos. Atípico en muchos aspectos, ofrece un viaje inusual.

Sus influencias se encuentran en la encrucijada de dos mundos, el oriental y el occidental. Aunque mantiene en sus personajes una experiencia japonesa contemporánea, multiplica las referencias a la cultura popular global.

Murakami crea este universo gracias a un magnífico lenguaje de armonía y delicadeza, una escritura fluida y límpida, al mismo tiempo, sutil, sobria, pero matizada y atenta a los detalles.

La poesía y el humor emergen, a pesar de la dimensión melancólica de sus narradores, que evocan indirectamente temas existenciales como la soledad, la incomunicabilidad y la alienación dentro de la posmodernidad de las sociedades capitalistas.

En sus escritos emergen algunos temas como, el animismo, idea del vínculo que, en el pensamiento asiático (budismo, sintoísmo), une a todos los seres teniendo todos un alma que les permite ser animales que no son inferiores, sino iguales y, en ciertos casos, superiores a los seres humanos, de ahí una armonía universal a la que solo el mal es refractario; la desgracia de la incomunicabilidad, la ausencia de contacto entre los seres humanos; el dolor de la búsqueda desesperada y constante del amor para intentar compensar una soledad esencial moderna; la alienación de los individuos del mundo en la época contemporánea, la dificultad de estar en ciudades donde todo es posible y nada es necesario, los miedos que nos atenazan ante fenómenos naturales o político-económicos que bloquean nuestras facultades emocionales e intelectuales; malestar, sensación permanente de flotar, de ausencia de “sensación de estar en el mundo”; la gran destrucción de la conciencia, la decadencia de los valores humanos, el vacío espiritual que la generación del novelista está experimentando particularmente; la insuficiencia central del alma que hace decir a Kafka: “Soy un ser vacío. Soy la nada que se devora a sí misma”; sin embargo, la esperanza: “Cada ser humano en este mundo está estrictamente solo, pero a través de los arquetipos de nuestros recuerdos todos estamos conectados y somos uno” (Kafka en la orilla); la denuncia de no conceder mucha presencia al otro, abarcar solo al yo. Su libro de memorias De qué hablo cuando hablo de correr (2007) relata su afición a las corridas de larga distancia. En una entrevista, manifiesta “Las cualidades más importantes para ser un escritor de ficción son probablemente la capacidad imaginativa, la inteligencia y la concentración.

Pero para mantener estas cualidades en un nivel alto y constante, nunca debes descuidar el mantenimiento de tu fuerza física.

Sin una base sólida de fuerza física no se puede lograr nada muy complejo o exigente.

Esa es mi creencia. Si no siguiera corriendo, creo que mi escritura sería muy diferente de lo que es ahora.”

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