Por Alfredo Schramm
En la era del conocimiento, las empresas con visión de largo plazo ya no pueden darse el lujo de prescindir de la mirada que aportan las nuevas generaciones a la gestión del negocio. Hay decenas de ejemplos de firmas centenarias que reconocen que sin el cambio generacional en los puestos de toma de decisiones, es más difícil permanecer vigente en el mercado.
Los avances tecnológicos son tantos y tan rápidos que el mercado se mueve al ritmo de la innovación, donde la clave para la supervivencia es reinventarse constantemente.
En los últimos años surgió una nueva camada de empresarios y ejecutivos que van tomando protagonismo, pero todavía son pocos, porque la mayoría de las empresas mantienen estructuras rígidas y, en algunos casos, con verdaderos dinosaurios en el organigrama, quienes, en vez de ver los cambios como oportunidad, los ven como amenaza por la incapacidad de adaptarse a las nuevas necesidades del mercado.
Vale mencionar que los expertos en administración de empresas coinciden en que el cambio generacional tampoco debe ser drástico en las empresas. El secreto es mantener una base con experiencia e ir incorporando nuevos jugadores en el equipo titular, de manera gradual.
También está el manejo que se debe tener con la llamada Generación Y (nacidos después de 1981), que es toda una historia aparte, porque hoy el dinero ya no es lo principal para los jóvenes talentos, sino la flexibilidad que ofrece el trabajo.
El tema en cuestión me pareció apropiado, visto que hoy se inicia la primavera, estación tradicionalmente asociada con la alegría característica de los jóvenes. Sin embargo, no hay mucho que festejar para compatriotas que no tuvieron la oportunidad de acceder al sistema educativo y hoy no están calificados para competir en el mercado laboral, cada vez más exigente, o para los jóvenes que sí terminaron el colegio o la universidad, pero, por falta de oportunidades, pasan a hacer parte del contingente de desempleados, subempleados, o simplemente terminan haciendo cualquier cosa, que nada tiene que ver con su formación, para apoyar la economía familiar.
El desempleo en el segmento de personas de entre 18 y 24 años hoy está por encima del 15% en Paraguay (el triple que el desempleo total de 5,6%), un país cuyo principal activo es justamente el alto porcentaje de personas en su máximo potencial productivo.
Otro dato alarmante es que 3 de cada 10 trabajadores en esta misma franja de edad sobreviven en la informalidad, sin beneficios sociales y ganando menos de un salario mínimo legal.