20 may. 2025

Ganadería: Un abogado del diablo

Guido Rodríguez Alcalá

Se le llama abogado del diablo a la persona que, en los juicios de canonización, objetaba la santidad del candidato a santo. No representaba al diablo, sino a la Iglesia, para garantizar que no llegara a los altares un santo mau. Por extensión, abogado del diablo es la persona que objeta ciertas afirmaciones, para garantizar su solidez.

Una afirmación muy repetida últimamente es que el Paraguay dará un gran paso adelante porque podrá vender carne en los Estados Unidos, lo cual le permitirá ganar muchos millones de dólares. Como abogado del diablo, me pregunto, para comenzar, si esos millones los ganará el Paraguay o solamente una minoría reducida de las personas residentes en el Paraguay: algunos ganaderos y los de las empresas exportadoras de carne. Las mayores empresas exportadoras de carne son extranjeras, según dice una publicación titulada Con la soja al cuello, que no se refiere solo a la producción de soja, sino también a la ganadería: al agronegocio en general. El estudio está en internet, y se lo puede conseguir en formato papel gratis en Base IS (Ayolas y Montevideo). Otro estudio pertinente está en internet, y es La larga sombra del ganado, una investigación de la FAO sobre el impacto negativo de la ganadería en el medioambiente.

Para seguir, me permito recordar que el Chaco paraguayo tiene una de las tasas de deforestación más altas del mundo, y que el crecimiento de las exportaciones de carnes significará el aumento de la deforestación en el Chaco. Como el avión norteamericano invisible al radar, o sea stealth, el Gobierno se ha mandado un decreto stealth, que permite aumentar la deforestación de una manera invisible a los organismos de control locales. No se puede engañar a las fotos satelitales, que han servido de instrumento a los organismos de investigación internacionales para hacernos saber de la depredación del Chaco (a la Universidad de Maryland, por ejemplo). Sin embargo, el agronegocio y la burocracia estatal se ríen de esas investigaciones y, con el pretexto del nacionalismo, han decidido seguir adelante con el proyecto depredador-exportador, “por el bien del Paraguay”. Supuestamente, el agronegocio es una “causa nacional”, y solamente están en contra los malos paraguayos; los legionarios, diría Stroessner, a quien más de un patriota pecuario le debe su estancia.

Para los presuntos legionarios, es otro motivo de inquietud que el Gobierno haya decidido seguir adelante con el proyecto de la hidrovía, que causará un daño ecológico tremendo y un enorme beneficio al agronegocio; de nuevo, “por el bien del Paraguay”. La hidrovía no es tan nacionalista como se dice: forma parte de un proyecto a nivel continental llamado IIRSA, sobre el cual existe información general en internet; sus aspectos particulares se manejan con la táctica stealth. Por eso no se toma en cuenta, por ejemplo, que el dragado del río Paraguay se efectuará con una alianza público-privada (APP), y que el gran negocio será el cobro del peaje fluvial.

Un abogado del diablo que haya leído los periódicos paraguayos de 1900, con sus elogios a Carlos Casado, La Industrial Paraguaya et alia, debe ser muy escéptico sobre lo que nos prometen ahora JBS, Bunge y Monsanto, sobre todo sabiendo que el cartismo se prepara ya para perpetuarse en 2023.