Siguiendo lo que indica nuestro Código Civil, en abril se llevan a cabo normalmente la gran mayoría de las asambleas ordinarias de las organizaciones en nuestro país.
En las últimas dos semanas he tenido la oportunidad de participar en varias asambleas de diversas organizaciones de la sociedad civil y lo que he visto me llama a la reflexión sobre una cuestión crítica para nuestro país: la necesidad de desarrollar tecnología social innovadora que nos ayude a enfrentar algunos de los problemas más urgentes que tenemos.
La Fundación Paraguaya, por ejemplo, ha desarrollado una fantástica herramienta denominada “semáforo de la pobreza”, que tiene como objetivo eliminar la pobreza multidimensional de las familias a partir de una metodología que permite que las propias familias descubran soluciones prácticas y viables para salir de la pobreza en sus muchas formas.
Esta metodología se viene aplicando en nuestro país desde hace algunos años, y miles de familias ya han logrado escapar de la pobreza a partir de una infinidad de estrategias sumamente innovadoras.
El director de la Fundación, Martín Burt, ha sido varias veces invitado al Foro Económico Mundial en Davos para presentar esta herramienta y hoy en día una docena de países ya lo han incorporado, incluyendo a ciudades de países como USA e Inglaterra que –a su manera– también tienen regiones con mucha pobreza.
A un Paraguay que enfrenta un problema serio de pobreza y destina millones de dólares para combatirlo, debería interesarle mucho esta herramienta en particular.
También me tocó asistir a la asamblea de la Asociación Tierranuestra, dedicada fundamentalmente al desarrollo sostenible de personas y comunidades de todo el país, con un impacto extraordinario.
A través de una alianza con el gran maestro Luis Szarán han creado el programa Sonidos de la Tierra, y actualmente funcionan en más de 80 ciudades orquestas juveniles autogestionadas. El sencillo y potente lema que utilizan lo dice todo: “aquel que ejecuta a Mozart por la mañana, no rompe vidrios a la noche”.
De vuelta, a un Paraguay en medio de su bono demográfico y con una población muy joven, debería interesarle mucho este programa de alto impacto en las comunidades.
Otra asamblea más fue la de la asociación Juntos por la Educación, enfocada en convertir a la educación en una causa nacional, colaborando en la transformación educativa de nuestro país.
A través de metodologías de alto impacto como Pienso, Leo y Aprendo han logrado mejoras impresionantes en los niveles de aprendizaje de lecto-escritura en los niños y niñas de todo el departamento de Caazapá, que por cierto tiene uno de los peores rendimientos educativos del país.
Asimismo, vienen pilotando otra metodología denominada Tikichuela para el aprendizaje de matemáticas, que también ha mostrado unos resultados preliminares muy auspiciosos.
Y siguiendo con las matemáticas, pude ver también los avances de la organización Omapa (Olimpiadas Matemáticas del Paraguay), que desde hace décadas está dedicada a lograr que los niños y jóvenes paraguayos aprendan de verdad esta disciplina tan importante.
Hoy llegan con diversos programas a más de 50.000 estudiantes y cientos de ellos han representado a nuestro país en eventos internacionales de gran prestigio.
Una vez más, a un Paraguay que según los propios datos oficiales tiene a más del 70% de su población estudiantil por debajo de los niveles mínimos de aprendizajes en matemáticas y comprensión lectora, debería interesarle mucho estos programas que ya han demostrado ser exitosos.
En fin, es realmente inspirador ver cómo todas estas innovaciones que provienen de organizaciones de la sociedad civil impactan positivamente en la vida de miles de personas, en temas en los cuales tenemos grandes atrasos como país.
El nuevo gobierno que está asumiendo puede y debe aprovechar estas fabulosas fuentes de innovación. Y desarrollar una dinámica de trabajo público-privado de alto impacto.
Además, quedan aún varias asambleas pendientes.