15 may. 2025

Fuego de amor

Hoy meditamos el Evangelio según san Lucas 12,49-53. Jesús se dirige a sus discípulos desvelándoles los deseos más profundos de su corazón: Sus ansias incontenibles de dar la vida por amor a todos los hombres, amor que está simbolizado en la imagen del fuego. Jesús es luz del mundo y es también fuego y calor. Dios se presentó bajo la imagen de una zarza que ardía sin consumirse ante la admiración de Moisés , manifiesta así sus ansias de liberar a su pueblo de la opresión del poder del Faraón. Moisés fue portador de ese fuego divino, fuego que siguió ardiendo a lo largo de toda la historia de la salvación, hasta el momento culminante en que Jesús, en el Calvario, recibió “un bautismo”, que ansiaba recibir, cuando murió para librarnos del pecado.

Cincuenta días después de aquella nueva pascua que tuvo lugar en el monte Calvario, en la fiesta de Pentecostés, vino el Espíritu Santo sobre los discípulos bajo la forma de lenguas de fuego. Los apóstoles, llenos del Espíritu de Dios, anunciaron a Jesús, y aquel día fueron bautizados unas tres mil almas. Era un nuevo bautismo, por el que aquellos peregrinos y los cristianos recibimos el fruto de la redención que nos ganó Jesús en la Cruz.

Pero Jesús sabía que ese fuego de amor salvífico iba a encontrar obstáculos, provocando división incluso dentro de una familia. Ya Simeón, ante Jesús niño, después de proclamarlo como salvador de todo los pueblos, anunció a María que sería “signo de contradicción”. Pero esa división no prevalecerá: El fuego y la luz son más intensos que el frío y las tinieblas. Los cristianos, por el bautismo, somos portadores de ese fuego de Jesucristo. Como dice san Josemaría: “Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón”.

(Frases de https://opusdei.org.).