Dallagnol defendió la legalidad de los cuestionados métodos usados en la operación, que desde 2014 puso tras las rejas a centenas de políticos y empresarios involucrados en una vasta red de corrupción centrada en la estatal Petrobras.
Elogiado por muchos como héroe, la suerte de este joven de 39 años formado en Harvard dio un giro cuando en junio el portal The Intercept Brasil reveló conversaciones privadas que sugieren una intimidad entre él y el ex juez Sergio Moro, actual ministro de Justicia, que según juristas podría comprometer la imparcialidad de algunas decisiones. El caso motivó una investigación en su contra en el Ministerio Público y acciones judiciales contra Moro.
La entrevista coincidió con el juicio de un recurso en el Supremo Tribunal Federal (STF), que podría derivar en la anulación de decenas de sentencias del Lava Jato, entre ellas una de las que afecta a su preso más célebre, el ex presidente Lula da Silva.
El alcance del recurso, que podría suponer el golpe más duro recibido por la megaoperación hasta ahora, solo se conocerá el miércoles. “No creo que Lava Jato vaya a ser anulada en masa. Lo que más la protege son sus resultados. Si se anulan los casos, ¿qué pasará con los 14.000 millones de reales (3.400 millones de dólares) que están siendo retornados a las arcas públicas?”, advirtió.
“Somos un país que sufre del capitalismo de compadreo, una asociación entre las élites económica y política, montada para garantizar la impunidad de los criminales de cuello blanco. Por primera vez, el Lava Jato surge para romper con eso y sacude al establishment, al pacto oligárquico. Es natural que ahora estemos viviendo una reacción”, sostuvo el agente fiscal al ser consultado sobre si Lava Jato está siendo atacada.
Agrego que “hay un movimiento de autoprotección (del establishment). En el Congreso hay una serie de proyectos de ley para dificultar las investigaciones de personas poderosas, para debilitar los instrumentos que usamos en la Lava Jato”.
“También estamos en la fase del revanchismo (...) para cambiar las reglas del Lava Jato y cortar la cabeza de sus líderes. Hoy existen presiones en el Ministerio Público para que haya castigo contra mí”, prosiguió. “Cuando se hace algo completamente innovador, como el Lava Jato, se puede errar, en el sentido de mejor o peor. Pero no actuamos de forma ilegal. Gran parte de esas acusaciones son parte de una narrativa contra la operación. Si el STF juzgara a esas personas, senadores, diputados, es de esperar que haya tantas condenas en la Alta Corte como en la primera instancia”, sentenció.
Se cometieron numerosos excesos en el juzgamiento
En el medio, el Lava Jato se permitió muchos excesos. El Supremo trató y definió que el hecho de que los condenados no tengan la oportunidad de rebatir los dichos de los delatores premiados (arrepentidos) en un alegato final es violatorio del debido derecho de defensa. La jurisprudencia del propio Supremo, que probablemente pronto sea revisada, autorizó que las condenas de prisión comiencen a ejecutarse después de sentencia de segunda instancia. Esto contradice abiertamente el principio de la presunción de inocencia y, asimismo, el texto y el espíritu de la Constitución brasileña, que establece que la cárcel es el punto de llegada cuando las causas agotan su “tránsito en Juzgado”, esto es cuando tienen fallo firme.