El financiamiento de la educación, la cultura, la salud, la seguridad y defensa, las mejoras en la calidad de la gestión pública y el manejo del servicio civil, el modelo de crecimiento económico, la inserción internacional y el relacionamiento exterior, entre otros aspectos económicos, requieren reformas estructurales que deben ser implementadas con políticas claras y transparentes, con estrategias; objetivos y metas para el corto y largo plazo.
A pocas semanas de la contienda electoral, la sociedad apenas tiene conocimiento de algunas propuestas, la mayoría sectoriales e incompletas, por lo que no se deja ver el modelo de país al que pretenden encaminar cuando sean gobierno cualquiera de los dos candidatos principales.
Solo uno de ellos se animó a abordar el problema de la tierra, tema de los más conflictivos. Sin embargo, todavía es necesario profundizar en la propuesta y conocer la del otro candidato que aún no dijo nada.
Otros problemas complejos que requieren argumentos sólidos y un abordaje integral, como las desigualdades económicas o territoriales, no han sido tocados. En estos casos influyen de manera directa el empleo y su baja calidad o el financiamiento de las gobernaciones y municipalidades. La industrialización y el desarrollo regional merecen una mayor atención, ya que son fundamentales para agregar valor, generar empleos y para que la población amplíe sus oportunidades económicas sin necesidad de migrar.
Las demandas ciudadanas y el retraso que tiene el país en materia educativa, sanitaria y de transporte público exigen una mayor inversión en estos ámbitos. Los dos candidatos hicieron referencia a la implementación de políticas que faciliten el acceso de las mujeres a empleos de mayor calidad que los actuales.
Todas estas medidas deben ser implementadas de manera integral y, sobre todo, aspirando a coberturas amplias, ya que es necesario aprovechar el bono demográfico y dejar sentadas las bases para un crecimiento sostenible.
En un contexto de endeudamiento al límite y de necesidad de ampliar la oferta pública de servicios, la pregunta es cómo se cumplirán los compromisos financieros a la vez que se salda la deuda social con la población.
Paraguay necesita contar con una proyección de desarrollo a largo plazo. Los países que hoy se han desarrollado lo hicieron en tres o cuatro décadas, es decir, vieron los avances todas las generaciones.
Esa trayectoria de largo plazo, pero de corto transitar, considerando la historia de los países, no fue producto del azar ni de contextos internacionales apropiados o sistemas políticos particulares, tampoco se debió a características específicas de los países.
El éxito del desarrollo se debió a un pacto social con consensos reflejados en metas claras también asumidas por todos. El voto es un paso esencial en ese consenso, ya que bajo los principios formales y la vigencia de un modelo democrático constituye una aprobación inicial.
Queda claro que sin información ni conocimiento suficiente, el voto o la victoria no habilita a asumir que la ciudadanía mantendrá su apoyo. De ahí la importancia de garantizar un debate electoral inteligente, honesto y responsable. El desarrollo exige consenso social y legitimidad política. Esto solo se logra generando confianza a través de propuestas claras en torno a las acciones que guiarán la acción del gobierno ganador.