25 abr. 2024

Falta de trabajo aprieta el estómago y el humor social de los argentinos

Cuando todo se clausuró por la pandemia del Covid-19 tuvieron que dejar sus respectivos trabajos y ahora observan impotentes cómo la inflación devora el poco dinero que producen.

Inflación. La población argentina ahora sufre por los altos precios de los productos que devoran sus dineros cada mes.

Inflación. La población argentina ahora sufre por los altos precios de los productos que devoran su dinero cada mes.

Fátima, Stéfani y Carlos Alberto acuden cada día a un comedor popular en La Boca, barrio tradicional de Buenos Aires. Cuando todo cerró por la pandemia de Covid-19 tuvieron que dejar de trabajar y ahora ven impotentes cómo la inflación devora el poco dinero que producen.

“Vengo al comedor desde hace cinco meses. Nunca antes tuve necesidad. Siempre tuve trabajo y ganaba bien, pero después de la pandemia ya no. Todos los días mando currículum, nadie me llama”, dice Stéfani Chinguel, de 23 años.

En un envase, esta joven se lleva dos almuerzos: Uno para ella y el otro para su compañero, que sí tiene un empleo formal en una tienda pero con un salario que no les alcanza. “A mi novio a veces le aumentan el sueldo, pero 1.000 pesos (9 dólares), no va acorde con la suba de precios”, que este año acumula 41,8% y es una de las más altas del mundo. Entre los trabajos que hizo desde los 18 años, Stéfani cuidó ancianos y vendió automóviles.

Ahora va al comedor no solo a buscar comida sino también la oportunidad de que le den un empleo en la cocina, que es recompensado con un subsidio estatal equivalente a la mitad del salario mínimo de 32.000 pesos mensuales (300 dólares al tipo de cambio oficial). “Mucha gente quiere entrar a trabajar aquí, pero no hay cupo”, lanza Edith Cusipaucar (40), madre de 4 hijos, quien desde hace años está en el comedor.

Esta mujer recibe también del Estado 15.000 pesos mensuales (145 dólares) como asignación por sus tres hijos más pequeños. Pero todas las noches sale a vender comida en un puesto callejero. “¿Usted cree que con un sueldo de 15.400 pesos se puede mantener a una familia?”, pregunta. En La Boca y en otros barrios desfavorecidos de la capital argentina como el Bajo Flores han surgido comedores casi en cada esquina, que son gestionados por movimientos sociales con ayuda del Estado. La mayoría ocupan pequeños locales y entregan la comida para llevar.

Trabajo informal. Fátima Gómez trabaja en una empresa de mantenimiento y, aunque no perdió el empleo, durante la cuarentena en 2020, y también después, se encontró con que no había oficinas para limpiar.

En consecuencia, su salario fue reducido prácticamente a la mitad y por primera vez en su vida fue a buscar almuerzos a un comedor popular, donde le dan para ella, sus tres hijos y su nieta. “Trabajo para sobrevivir. Si yo no retiro la comida, no llegamos a fin de mes. No alcanza. Capaz que comés al mediodía y a la noche no”, explica esta mujer que vive en un conventillo (pensión) desde hace 20 años.

Carlos Alberto Álvarez, de 61 años, es vendedor ambulante, pero dice que ni siquiera eso se puede hacer ahora. “En la calle, los policías nos corren. No nos dejan trabajar”.

“Vengo por la necesidad, por el hambre. No hay trabajo, por eso venimos a buscar la comida”, afirma. La tasa de desempleo fue de 9,6% en el segundo trimestre de este año, mientras que la subocupación alcanzó a 12,4%. El índice de pobreza es de 40,6%. “La pandemia aceleró procesos que ya se venían dando en el mundo, donde cada vez había más trabajo informal y trabajo no reconocido. Cuando de un día para el otro se frena la circulación de personas y, en consecuencia, de la economía, queda expuesto un sistema que no estaba preparado para incluir a todas las personas”, destaca Ezequiel Barbenza, profesor en la Universidad del Salvador.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.