Este cargamento marca un nuevo récord y supera ampliamente a anteriores decomisos considerados mayores, como los 2.190 kilos de cocaína hallados el 6 de febrero de 2010 en Yby Yaú, Concepción, y los 1.748 kilos decomisados el 9 de noviembre de 2012 en La Paloma, Canindeyú.
Lo llamativo es que un anterior cargamento de grandes cantidades ya había salido de la misma manera, del mismo lugar y a cargo de la misma gente, sin haber sido detectado. Si no fuera porque la Policía Marítima de Bélgica logró detectar en la noche del 25 de junio de este año, en el puerto de Amberes, la cantidad de 3.400 kilos de cocaína, también disimulados en panes pintados de negro y ubicados dentro de bolsas de carbón vegetal enviados como producto de exportación desde el Paraguay, no se podría haber incautado este gran cargamento, ya que la operación se hacía ante las narices de funcionarios y autoridades aduaneras y de otras instituciones estatales. ¿Cómo saber cuántos envíos similares anteriores se hicieron, sin haber sido detectados?
Fue la alarma que encendió la DEA, Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la que permitió implementar el operativo con la Unidad de Investigación Sensible (SIU), un equipo de élite de la Policía paraguaya. Llama la atención que la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) no haya tenido una participación reconocida hasta ahora en la investigación. También es poco aceptable que el único responsable detenido y procesado hasta ahora sea el empresario Cristian Turrini Ayala, ex director de la Televisión Pública durante el gobierno del liberal Federico Franco. ¿Quiénes más están detrás de un operativo delictivo de tamaña envergadura?
Igualmente, resulta llamativo que, tras conocerse que un anterior cargamento había sido incautado en Bélgica, los mismos encargados del envío hayan proseguido sin inconvenientes con otra operación de presunta exportación exactamente similar, con una cantidad de droga casi igual, ocultados de la misma manera dentro de bolsas de carbón, con los mismos procedimientos y trámites aduaneros. ¿Tan seguros se encontraban de que podían actuar con absoluta impunidad en territorio paraguayo?
El enorme hallazgo confirma que nuestro país sigue siendo un sitio privilegiado de paso de la droga, un verdadero paraíso para los narcotraficantes. Los decomisos logrados hasta ahora son importantes, pero insuficientes. El Paraguay continúa sin contar con un sistema de radares para detectar los vuelos clandestinos. Gran parte de la clase política y autoridades en distintos niveles son cómplices de una situación que conduce a un modelo de narcoestado. Por algo hay tanta resistencia a que se controle el dinero que financia las elecciones. Hay que extremar los esfuerzos para revertir esta situación.