Economía competitiva, justicia social y equilibrio ambiental deberían ir precedidos por ética y valores cristianos o, cuando menos, un sistema de valores similar, cuya base sean rectitud, transparencia, capacidad y honradez, en una palabra, probidad. Esto debería ser sine qua non para nuestra convivencia política, afianzado tiempos de paz y políticas públicas, mejor formuladas e implementadas, hacia el desarrollo sostenible, bien integrado a la economía regional y mundial en igualdad de oportunidades. Todo eso en estado de derecho y democracia, en el sentido occidental del término, con alternancia de partidos y bajo estricto respeto de tratados, convenios y códigos internacionales.
PIRÁMIDE DE PREVALENCIAS. Es conveniente poner énfasis en eso. Sin la vigencia de ética y valores cristianos, podemos perder nuestra propia identidad como nación así como desestabilizar las instituciones de la República, hoy en día acosada por altísimos niveles de corrupción e impunidad. Y estaríamos poniendo boca abajo, o desactivándolos, los imperativos técnicos que hacen posible la vigencia de leyes y políticas públicas adecuadas hacia el desarrollo sostenible.
ESTADO DE DERECHO. Sin ética ni valores cristianos, bien puede ser fachada de pogromos y etnocidios. Nuestra historia contemporánea ha demostrado hasta el hartazgo y el horror que los más cruentos y anacrónicos dictadores pueden valerse de él para literalmente eliminar a la oposición en campos de concentración y en las calles, como lo ha hecho Hitler, habiendo creado la más destructiva maquinaria bélica para crímenes de lesa humanidad, en una de las más sangrientas conflagraciones mundiales de nuestra historia. Algo similar han hecho también del estado de derecho Stalin, Mussolini, Idi Amin, Assad y otros sátrapas.
DEMOCRACIA Y LIBERTAD. Pueden convertirse en banderas de aniquilamiento de ambas, so pretexto de mantenerlas. “Oh libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”, exclamó Marie-Jeanne Roland de la Platiere, famosa heroína de la revolución francesa, antes de colocar su cabeza en la guillotina. Y recordemos que la Alemania comunista, una de las peores dictaduras del mundo moderno, se autodenominaba oficialmente “República Democrática Alemana”.
Estado de Derecho y Democracia son sólo palabras huecas si no van precedidas de ética y valores cristianos.
DESARROLLO SOSTENIBLE. Es producir bienes y servicios altamente competitivos en precio y calidad de forma tal que las generaciones futuras tengan disponible la misma o mayor cantidad de los mismos a precios iguales o más bajos. Políticas públicas adecuadas son aquellas funcionales al desarrollo sostenible, así definido.
LA TERCERA VÍA. Imprescindibles son, en este mismo orden de prelación, ética y valores cristianos, estado de derecho en democracia así como la concepción y puesta en práctica de mejores políticas públicas hacia el desarrollo sostenible. A tal efecto, es necesaria la adopción de un sistema económico, equitativo y ecológico con énfasis en economía de mercado y responsabilidad social y ambiental. Es lo que ha venido a llamarse “economía social y ecológica de mercado” o “liberalismo competitivo responsable”.
PROBIDAD. No obstante, para que todo eso se vuelva viable, es importantísima la educación integral de todos los habitantes de forma que se vuelvan ciudadanos electores conscientes de que las campañas electorales son solo necesarias pero no suficientes. Los elegidos deben ser probos. Y para eso es igualmente imprescindible que los funcionarios públicos estén constituidos en meritocracia. Y finalmente, en elecciones hay que ser demócratas, respetando la libre opción, pero después hay que poner mano dura en el cumplimiento de las normas vigentes, castigando ejemplarmente a los que las transgredan.
Así como está la “cosa pública” hoy en día en Paraguay, Argentina y Brasil, por citar países simplemente mejor conocidos por nosotros, estamos muy distantes de estos ideales.