Mi pensamiento sobre los rubros anduvo algo olvidado últimamente. En una conversación con mi amigo cosechador de frutillas, que giraba en torno a yuyos, lombrices y las jugosas frutillas que estábamos recolectando, resurgió el tema. Una impetuosa pregunta mía sobre la rúcula, lo puso al tapete: “No, Esteban, ese no es mi rubro”, respondió mi amigo Roberto e inmediatamente en mi cerebro quedó apretado el botón de pausa: “Rubro, rubro”, sonaba en mi cabeza.
Me considero un fanático de no ser fanático de nada: clubes, religiones ni partidos políticos. La respuesta de Roberto me enmarcaba, de alguna manera me limitaba y me hizo pensar.
Uno de los motivos por los que decidí hacer de la publicidad una profesión es la posibilidad que me da de asumir múltiples personalidades: hoy soy un banquero de traje gris y corbata azul, mañana visto una capa en la espalda para trabajar en una noble causa de la Unicef. También puedo estar detrás del mostrador de una quesería, haciendo juegos de palabras con un cliente que me pregunta: "¿Qué es eso?”, a lo que respondería: “Queso”, con una gran sonrisa.
No ser fanático de nada no significa que no esté bien definir el rubro de cada uno. Es bueno conocer las limitaciones y utilizarlas a favor de un futuro. Identificar lo que nos limita ayuda a ver lo que se viene y lo que se necesita para llegar allí. De ninguna manera debería significar: “Hasta aquí puedo llegar”, y es lo divertido del tema. Entender que no estoy preparado para correr la Maratón del Bicentenario, que se realiza hoy, no significa que no vaya a poder hacerlo más adelante.
Asumida la imposibilidad inmediata, me pongo el próximo objetivo: la foto cruzando la meta, y empiezo a entrenar. Arranco con una caminata, avanzo hacia un trote liviano, lo convierto en uno largo hasta la correcaminata; que a nadie le gusta ver. Al final del camino propuesto: tengo la foto. Eso es conocer tu rubro, es avanzar en la vida.
Aprieto “reproducir” de nuevo. Mi cerebro sale del estado vegetal contemplativo en el que se encontraba. Miro a Roberto y le agradezco haber compartido su frutilloso rubro, por solo un momento. Me alegra saber sobre la posibilidad de que mañana tendré todo un rubro nuevo por descubrir.