19 abr. 2024

Esta es la policía que nos toca

Arnaldo Alegre

El administrador de la Comandancia se codeaba con la escuálida farándula local en una quinta que no podría comprar con su sueldo ni trabajando tres vidas continuadas. Un oficial de la Comisaría 4ª capitalina hacía los mandados de uno de los mayores capos de la delincuencia regional. No solo le custodiaba la mansión, le prestaba su cédula para adquirir productos suntuosos. Y sus jefes están sospechados cómo mínimo de ser unos opas. En la Comisaría 7ª, otros policías tuvieron la brillante idea de lavar la honra de una colega rompiendo a golpes los genitales de otra persona.

De tan surreal suena trágicamente cómico; pero es lamentable y para nada gracioso. Los policías paraguayos no infunden respeto. En todo caso, infunden temor, porque si por desgracia caés en sus manos en una situación desafortunada no hay ninguna garantía de que tus derechos sean respetados. Todo puede suceder, aunque recibas un trato digno y profesional sin dar nada a cambio. Pero eso suele ser excepcional.

Las instituciones son la imagen de la sociedad en las que fueron creadas. Una sociedad corrupta generará sistemas corruptos. No podemos exigir honestidades incólumes de los funcionarios si constantemente votamos y concedemos cargos públicos a sujetos que en una sociedad normal deberían estar presos. No podemos reclamar santidades improbables a los funcionarios si para ganar licitaciones públicas los empresarios siempre apartan algo para pagar la coima y, además, el que no acepta la coima es visto como un tarado. No podemos plantear que los funcionarios cumplan las leyes si tenemos un sistema judicial que oferta sentencia al mejor postor.

Habrá policías honestos, profesionales y con vocación de servicio. Pero están perdidos en una maraña de servilismo a los poderosos de turno y corrupción.

Tampoco es cuestión de darles más sueldo. Suelen citar como ejemplo positivo a los carabineros de Chile. Ellos no tienen grandes salarios. Pero sí tienen prestaciones de primer mundo, como ser un seguro médico de élite que pierden ante el menor atisbo de corrupción.

Básicamente es un tema cultural. Y en Paraguay se fomenta la corrupción y la sanción social contra los corruptos es esporádica, selectiva y fogoneada por circunstancias del momento. Hoy odiamos al corrupto y mañana le pedimos favores porque el sistema te obliga a ello.

Existen avances institucionales para mejorar los estándares de honestidad. Solo que se ven insuficientes ante la contundencia de la realidad.

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