08 ago. 2025

Entre tú y yo hay un celular

Por César Páez González – cesarpaez@uhora.com.py<br/><br/>Es bueno estar comunicado, como lo es estar actualizado y también a un timbre de todos. Eso se logra gracias a la tecnología que hace que un celular pueda estar al alcance de la mano en todo tiempo y lugar. Sin embargo, esa facilidad de comunicarnos puede tener su lado negativo. Podríamos decir como Julio Cortázar, escritor argentino, que vivió antes de esta era informática, que cuando nos regalan un reloj, en realidad somos nosotros los regalados a ese instrumento, pues a partir que lo tenemos en la muñeca estamos pendientes del tiempo, de los horarios, de las citas. En pocas palabras, el reloj nos tiene a nosotros como ahora el celular hace lo mismo. <br/><br/>Y esto viene a cuento por el comentario que me hizo un hombre que trabaja en un restaurante de patio de comidas. Observó que todo el mundo está pendiente de las llamadas, de los mensajes y que muchas veces las parejas que se sientan no hablan entre sí, se pasan en silencio mirando la pantallita. <br/><br/>Parecemos autómatas que funcionamos con el control remoto de un celular, si alguien está conversando animadamente, no bien suena el adminículo, lo atiende apresurado y suspende el clima de distracción. Tal vez sea la llamada de siempre con la clásica pregunta: ¿Dónde estás? o los mensajes abreviados: ′qhaces” o las expresiones que expresan a duras penas un estado de ánimo Jeh, jeh o Ja, ja, o el multipopular “me gusta′". <br/><br/>Se ven grupos que hablan poco, pues están recibiendo o enviando mensajes de texto. Han perdido el encanto de la conversación distendida, el uso de palabras creativas o que se salgan de la media docena que manejamos al comunicarnos por celular. El filósofo inglés Francis Bacon sostenía que una buena conversación es el arte de pasar un tema a otro interlocutor, para que se vaya enriqueciendo el tema. Y esto que apunta es bastante lúcido, una buena conversación es comparable a la danza en que se comparten los movimientos del diálogo corporal. Recuerdo los debates a la hora del café con los amigos que siempre tenían novedades para contar o inquietudes que trasmitir, un interés más legítimo en el otro.<br/><br/>Podemos perder al arte de la conversación, pero siempre estamos a tiempo de recuperar. Cuesta pensar lo espontáneos y creativos que somos hablando por celular, y lo poco que expresamos cuando tenemos una persona o personas frente a frente. Y ahora los dejo porque tengo una llamada... <br/><br/> ¿En qué terminará toda esta saturación de estar comunicados para no conversar verdaderamente con alguien?<br/><br/>