La verdad es que entendimos todos que el contexto puede cambiar de un día para otro y que resulta difícil tener un plan de acción, un recurso de contingencia, una estructura flexible para conseguir adaptarse a las consecuencias inciertas para afrontar el año. Ante este aprendizaje quisiera enumerar los principales contextos que tendremos que atender en el 2021.
En primer lugar, la exigencia a las autoridades de una política eficaz en lo referente a las vacunas contra el Covid tendrá un lugar relevante en nuestra agenda para continuar el proceso de normalización de nuestros motores económicos. De nuestro lado, ser mucho más exigentes con el cumplimiento de los protocolos preventivos es una tarea de todos. Y la debemos asumir con toda la rigurosidad del desafío. Debemos gastar nuestros dineros de la mejor manera. Cero tolerancias a la corrupción e impunidad ante el gasto en Salud Pública.
En segundo lugar, robustecer la vigencia de las leyes vigentes y del Estado de Derecho ante incipientes actores en varios frentes que están incitando a muchas acciones que tienden a ser sediciosas. Y las que bajo ninguna razón justifican el avasallamiento de derechos de ciudadanos o de las propias instituciones. Agendas como las que hemos visto en los titulares de las noticias y que ya se vislumbra como una constante en este Gobierno. El mismo que, al adolecer de un músculo propio para gobernar, está generando un Estado amorfo que agrava el contexto con la ausencia de carácter de sus autoridades. Estar atentos como ciudadanos apoyándonos en nuestras Asociaciones y Gremios para defender el “relato del trabajo digno” es una acción proactiva de todos. Pues nadie hará este trabajo por nosotros. Debemos participar, opinar y marcar posiciones que nos permitan como país tener una agenda donde la dignidad de ser un trabajador activo de la economía no se negocia. Y menos en permitir que la impunidad continúe dañando la imagen de nuestra sociedad.
En tercer lugar, entender que los procesos en la región, sobre todo en la Argentina, son una oportunidad, pero a la vez un riesgo latente si tenemos la percepción de que es un problema de una nación amiga. Paraguay depende para sus exportaciones tanto terrestres como fluviales de condiciones que se desarrollan en el vecino país. Así como las condiciones actuales permiten que un flujo importante de inversión con origen en Argentina busque un mejor rendimiento de capitales en nuestro país, también existen situaciones internas confusas o de transición de gobernanza que pueden afectar el libre tránsito y, sobre todo, que tengamos previsibilidad de esta ruta de salida a nuestras exportaciones.
Además, debemos ser muy conscientes de que existe una comunidad importante de paraguayos en Argentina por lo que, ante una degradación sustancial de la condición de trabajo en dicho país, nuestros compatriotas volverán a buscar trabajo en su tierra natal. El Gobierno debe tener en cuenta claramente que este contexto debe ser abordado por mesas de trabajo de representantes del sector privado y técnicos del Estado para ir analizando el escenario posible y sus posibles contingencias.
En último lugar, es pertinente dejar claro que el contexto interno político no es el más propicio para trabajar en una agenda prodesarrollo y de recuperación. La clase política hoy no responde a la conformación de Políticas Públicas centradas en la ciudadanía, sino a una agenda focalizada en intereses partidarios electorales. Un 2021 altamente cargado por intereses de subir al barco de la Corona a como dé lugar. El ciudadano una vez más será preso de estos mensajes subliminales y el proceso de chantaje dará, también una vez más, la vuelta al ruedo del Paraguay, donde solo trabajamos en los beneficios a corto plazo de una transacción de muy poco valor para la ciudadanía.
Debemos ser mucho más exigentes con nuestra clase política, porque contrariamente a lo que nos dicen, la realidad es que muy pocos y contados con los dedos de la mano son los que verdaderamente trabajan por el bien común. Y, sobre todo, por el bien del Paraguay.