Veteranos que contribuyeron a liberar Europa del yugo nazi fueron homenajeados ayer entre lágrimas y recuerdos en el 75 aniversario del desembarco de Normandía, con la presencia del presidente Donald Trump, la reina Isabel y otros jefes de Estado y gobierno.
“La generación de la guerra, la mía, es resistente y estoy encantada de estar hoy con ustedes en Portsmouth”, afirmó Isabel II, de 93 años, agradeciendo el heroísmo, el valor y el sacrificio de quienes perdieron sus vidas para defender la causa de la libertad.
El acto se celebró en la misma playa del sur de Inglaterra, donde 75 años antes una marea de soldados en uniforme esperaban para cruzar el Canal de la Mancha con destino a las costas normandas, en el norte de Francia, para el desembarco aliado del Día D, el 6 de junio de 1944, clave en la liberación de Europa del nazismo.
De los más de 150.000 soldados que ese día pisaron suelo francés, más de 10.000 murieron, resultaron heridos o desaparecieron. Muchos no imaginaban que su heroica acción cambiaría el curso de la historia.
LA INVASIÓN. Eran las ocho de la tarde del Día D cuando la aviación estadounidense comenzó a arrojar sus bombas sobre Vire y otros núcleos urbanos de Normandía que se consideraban vitales para los nazis. Pero el azar quiso que aquí el aluvión de fuego y metralla pillase desprevenida a la población. Horas antes, un avión estadounidense había lanzado pasquines para advertir a los civiles de que abandonasen la ciudad, pues iba a ser atacada. Pero ese día era muy ventoso, y las hojas cayeron en un pueblo a 18 kilómetros, como rememora Charles Cazin, quien a sus 94 años recuerda aquel 6 de junio como si hubiese sido ayer.
“Ese día nos despertó de un sobresalto un ruido lejano pero constante, como un redoble. Pronto entendimos que pasaba algo importante... ¡esperábamos el desembarco desde hacía tanto tiempo!”, recuerda el hombre.
El estruendo procedía de las playas normandas, a 60 kilómetros de distancia, donde 150.000 militares, principalmente estadounidenses, británicos y canadienses, participaban en el mayor desembarco de la Historia. “Lanzaron bombas de fósforo, lo que causó incendios por todas partes. Nos preguntábamos por qué nos bombardeaban a nosotros”, explica Cazin, quien pese a todo no guarda rencor a los estadounidenses.
Para la noche del 6 de junio habían muerto 3.000 civiles normandos, casi tantos como militares aliados. Vire se llevó una de las peores partes, con 500 víctimas mortales, pese a ser una ciudad de apenas 5.000 habitantes. Sus vecinos pagaron un precio muy alto por la liberación de Francia. Quizás todo ello haya suscitado un sentimiento ambiguo entre los vireses durante algunos años.
Tras la primera ola de bombardeos estadounidenses, llegó el turno de los aviones británicos en plena noche. Solo algunos edificios de la localidad resistieron, como la iglesia de Notre Dame o la Puerta del Reloj, una joya medieval del siglo XIII que aún sigue en pie y que sirvió de refugio para cientos de habitantes por la solidez y grosor de sus muros.
Todavía aguantaron los alemanes unos meses en la ciudad, aunque no los veíamos mucho, recuerda Cazin, quien meses antes había tenido un incidente con un nazi que lo había empujado por la calle, lo que le obligó a esconderse durante un tiempo.