El vandalismo estudiantil

Por Alfredo Boccia Paz - galiboc@tigo.com

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Se enojaron porque una democrática Asamblea Universitaria no les dio el gusto en lo que pedían; cerraron las entradas del Campus; tomaron el Rectorado; no permitieron la salida de los asambleístas; los escracharon con lenguaje agresivo y se niegan a dar clases.

Son criticados por quienes sostienen que sus acciones son vandálicas. He escuchado y leído esas opiniones con atención y creo que, en muchos aspectos, son razonables y certeras. Pero debo confesar que, si fuera estudiante, sería uno de esos vándalos.

Si no fuera por esos turbulentos manifestantes, las muy respetables autoridades de la Universidad Nacional de Asunción continuarían con el mismo rumbo institucional de hace años. Es decir, seguirían acumulando salarios extravagantes; contratando amantes, chongos, parientes y operadores partidarios; acosando alumnos/as y empujando los niveles académicos hacia lo más bajo que se recuerde.

Sí, estaría entre esos vándalos, porque las claques que se apoderaron de casi todas las facultades –mezcla de gerontes inescrupulosos y avivados de tierna podredumbre– no cambiarían nada sin sentir un poco de miedo o vergüenza. El “UNA no te calles” del año pasado los asustó bastante, pero no fue suficiente. Cuando la presión amainó, se las arreglaron para que todo siga igual. Mientras las negociaciones se alargaban, volvieron a poner decanos complacientes, a edulcorar sumarios y, lo más importante, bloquear los puntos clave de la reforma del Estatuto.

Sería de ingenuos pensar que harían los cambios por su propia voluntad. Como antes, intentaron atemorizar, consiguiendo una fiscala de San Lorenzo que prestamente ordenó la detención de cuatro dirigentes estudiantiles. Se trata de Viviana Riveros, acusada de “cajonear” desde hace casi un año la investigación sobre el uso que le dio el intendente de San Lorenzo, Albino Ferrer, al dinero del Fonacide. Ella también tuvo que recular, pues la muchedumbre juvenil asustó más. Porque, si no rugieran, a buena parte de los profesores les hubiera encantado expulsar a esos estudiantes de “su” Universidad.

Reconozco que ellos tienen razón cuando apuntan que en casi todas las universidades del mundo la representación estudiantil no es muy alta. Pero lo que no dicen es que se llegó a esta lamentable situación porque ellos manejaron la Universidad prácticamente solos. Una mayor presencia de estudiantes y graduados balancearía la voluntad inmovilista de ese estamento académico.

La supuesta prepotencia estudiantil ocurre porque, por vías normales sus reclamos jamás serían escuchados. La realidad los obliga a perder clases. Por eso yo también estaría entre esos vándalos.

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