17 jun. 2025

El síndrome Castiglioni

Por Estela Ruiz Díaz
estelaruizdiaz@uhora.com.py

La elección, “por ahora”, del presidente Nicanor Duarte Frutos como candidata del oficialismo para el 2008 a la ministra Blanca Ovelar está generando fuertes tormentas en el Movimiento de Reconciliación Colorada.
Esta opción ya había provocado la abrupta salida del vicepresidente Luis Castiglioni, quien hizo rancho aparte y está en la etapa de negociaciones con la disidencia (Stroessner-Velázquez) para afrontar una campaña contra la poderosa maquinaria oficialista en las internas.
La salida de Castiglioni fue anestesiada por Nicanor, quien apeló a la estrategia de la no confrontación con su ex aliado. Con esta táctica logró esfumar con demasiada rapidez los efectos de la rebelión del Vicepresidente.
Al “síndrome Castiglioni” se sumó el pasado miércoles José Alberto Alderete, quien ocupa el sillón colorado por obra y gracia del Presidente de la República. Su mesurado discurso sobre la no imposición de candidatos tomó una forma más clara cuando claramente rechazó ser el Vice de Ovelar. “No aceptaría por una cuestión de principios, de defensa a la clase política a la cual pertenezco”, bajó su filosofía que en realidad responde a una rebelión más sutil: la de la dirigencia de base que se resiste a la ministra de Educación por ser mujer, por tener raíces liberales, por no importa por qué. Su peor pecado es no tener carrera dentro de la ANR, una especie de conscripción obligada que otorga una tarjeta para acceder a los cargos públicos, según la perspectiva del ala republicana más dura.
Este “sentir” interpreta Alderete, a quien le pica la idea de ser el sucesor de Nicanor. Para ello inició una sutil campaña en su calidad de presidente de la ANR. Recorrió las seccionales y fue alimentando su sueño de ser ungido por imposición de las bases frente a la imposición de su jefe y amigo.
Y lanzó el grito de guerra. Pero su voz se perdió en el espacio, que no le devolvió el eco. Al día siguiente el Presidente convocó a sus leales y más sueltos de lengua. Salieron de Mburuvicha Róga con munición gruesa y dispararon a matar contra el titular interino de la ANR. El jueves Alderete le sacó dramatismo a su declaración y negó haber cometido un acto de traición. Que solamente expresó una opinión con respecto a Blanca Ovelar, a quien rechazó nuevamente como eventual candidata.

CUESTIÓN DE CONVENIENCIA. El alboroto duró poco tiempo. El viernes los oficialistas espantaron el fantasma de una nueva fisura. Nicanor y Alderete se mostraron juntos para la foto, intentando dar el mensaje de que la casa está en orden.
Según comentaron algunos participantes, la reunión fue para mostrarle al titular interino la verdadera realidad. Que no crea en las encuestas que lo ubican cerca de Blanca Ovelar y que se olvide de su sueño presidencial porque no tiene votos. Que su máxima aspiración finaliza con un buen lugar en la lista del Senado. Y que se deje de “castiglionear”, expresión acuñada para definir lanzamientos apresurados, sin reflexión y con escasas chances electorales.
No se tocó el espinoso tema de la chapa presidencial porque causa roncha a demasiados integrantes de la cúpula nicanorista, donde la mayoría piensa lo que Alderete se animó a decir en público.
Nicanor apagó a tiempo un fuego que podría consumir al movimiento. La salida de Alderete tendrá efectos más devastadores que la de Castiglioni. El ex ministro no solo es un compañero político del Presidente. Forma parte de su primerísimo anillo, y junto a Víctor Bernal forman el “ménage à trois” político más poderoso. Por ello interina el sillón de Nicanor en la ANR. Y por ello fue titular del MOPC, allí donde se cocinan las grandes obras públicas.
La definición de la chapa es el escenario más complicado para el Presidente. Sabe que es el único hincha de Blanca Ovelar y que la promesa de ubicar en la Vice al hombre que reclaman las bases no es suficiente para acallar las críticas. Aquí surge el nombre de Bernal, otro que alienta su candidatura en forma solapada. Tampoco convence su argumento de las encuestas para imponer a la ministra. Pero este es un pleito que se definirá a mediados de mayo.
“Por ahora”, Alderete sigue siendo parte del rebaño nicanorista.
Una decisión que cayó como un balde de agua fría en la disidencia colorada, que no logra despegar y que preparaba la alfombra roja para recibir a un nuevo antinicanorista.