Cuando Simón de Cirene fue reclamado para ayudar a Jesús a llevar su cruz aceptó al principio con disgusto. Fue forzado, escribe el evangelista. En un primer momento solo miraba la cruz, y la cruz era un simple madero pesado y molesto, después no se fijó ya en el madero, sino en el reo, aquel hombre del todo singular que iba a ser ajusticiado. Entonces todo cambió: ayudó con amor a Jesús y mereció el premio de la fe para él y para sus dos hijos, Alejandro y Rufo. También nosotros hemos de mirar a Cristo en medio de nuestras pruebas y tribulaciones. Nos fijaremos menos en la cruz y daremos paso al amor. Encontraremos que cargar con la cruz tiene sentido cuando la llevamos junto al Maestro.
El papa Francisco a propósito de la lectura de hoy dijo: “Jesús enseña a los apóstoles que hay que ser como los niños”.
“Los discípulos discutían acerca de quién era el más grande entre ellos: había una disputa interna, el afán de hacer carrera, ¡eh! Estos que son los primeros obispos tenían esa tentación de hacer carrera”.
“Eh, yo quiero llegar a ser más grande que tú…”
“No es un buen ejemplo lo que hacían los primeros obispos, pero es la realidad. Y Jesús les enseña la verdadera actitud, la de los niños, la docilidad, la necesidad del consejo, la necesidad de la ayuda, porque el niño es, precisamente, el signo de la necesidad de ayuda, de docilidad para ir hacia adelante… Éste es el camino. No quien es más grande”.
“Los que se acercan a la actitud de un niño están más cerca de la contemplación del Padre porque escuchan con el corazón abierto y dócil al ángel custodio”.
(Frases extractadas de https://www.pildorasdefe.net/liturgia/evangelio-lucas-9-46-50-recibir-nino-nombre-jesus-padre y http://www.homiletica.org/francisfernandez/franciscofernandez0709.htm)