Por Ing. Luis Fretes Schinini |
Quedé sorprendido al ver la Encuesta del Barómetro de las Américas 2008, donde Paraguay encabeza la misma, con un 90,4 %, en la cual los encuestados afirman que el Estado es el responsable de la creación de empleos. Es preocupante esta respuesta. Definitivamente, el rol del Estado no es el de empleador, asumiendo esta compleja tarea las empresas.
El rol de las empresas es crear y mantener clientes, generando utilidades para los accionistas y dando fuentes de empleo a sus funcionarios. De las utilidades de las mismas, determinado porcentaje va destinado al Estado, en forma de impuestos. Estos impuestos el Estado los utiliza en educación, salud, seguridad, infraestructura vial, aplicación de las leyes, etc.
Por lo tanto, queda muy claro que son las empresas las generadoras de empleo e ingreso al Estado.
El verdadero rol del Estado es crear las condiciones para atraer inversiones, apoyar a emprendedores que buscan, crear empresas.
Para ello, el Estado debería trabajar sobre algunos ejes, de tal forma que se genere el clima apropiado para las inversiones en nuestro país:
? Un ambiente de gobernabilidad, donde no existan conflictos políticos.
? Seguridad ciudadana: por el temor a ser víctima de un delito aleja las inversiones.
? Seguridad jurídica: el respeto a la propiedad privada y resolución “justa” de los interminables e inciertos litigios judiciales.
? Estabilidad macroeconómica, para que las empresas encuentren un ambiente confiable para invertir.
? Modernización de la Administración Pública para mejorar los servicios al público.
? Reforma agraria integral y reactivación de la agricultura familiar. La migración del campo a la ciudad es un factor de desempleo, esto se debe a la ausencia del Estado en esos lugares.
? Sistema financiero incluyente, especialmente para las pymes.
? Infraestructura vial, energía eléctrica, comunicaciones en todo el país, siendo estas también generadoras de empleo.
Venimos de gobiernos “paternalistas” y “populistas”. Es por esto que, hoy, el gran desafío que debemos enfrentar es aprender a desaprender nuestra propia “cultura paternalista”, y no esperar que el Estado solucione todos nuestros problemas.