21 ene. 2025

El poder de medios de comunicación puede debilitar capacidad crítica

El papa Benedicto XVI ha advertido ayer que el poder que poseen los medios de comunicación de masas en el mundo puede debilitar la capacidad de crítica en el actual mundo globalizado.

EFE
Ciudad del Vaticano
El papa Benedicto XVI ha afirmado ayer antes miles de seguidores reunidos en la Plaza de San Pedro que los Reyes Magos fueron “la primicia del nuevo pueblo de Dios”.
El Pontífice hizo esa afirmación asomado al balcón de su apartamento en El Vaticano, desde donde rezó el Angelus junto con los miles de fieles italianos, peregrinos y turistas que celebraron en la Plaza de San Pedro la festividad de la Epifanía.
“Si María, José y los pastores de Belén representan al pueblo de Israel que ha acogido al Señor, los Reyes Magos son la primicia de las gentes, nuevo pueblo de Dios, basado ya no en la homogeneidad étnica, lingüística o cultural, sino sólo en la fe común en Jesús, Hijo de Dios”, explicó.
Según Joseph Ratzinger, “la Epifanía de Cristo es, por tanto, al mismo tiempo epifanía de la Iglesia, es decir, manifestación de su vocación y misión universal”.
En tal sentido universal, Benedicto XVI aprovechó la ocasión para dirigir su “cordial saludo a los queridos hermanos y hermanas de la Iglesia Ortodoxa que, según el calendario juliano, celebran mañana la Navidad”.
“Con afecto les deseo abundancia de paz y de prosperidad cristiana”, aseguró el Papa.

PODER DE LOS MEDIOS. El Pontífice ha hecho esa reflexión en la misa que ha celebrado en la basílica de San Pedro con motivo de la festividad de la Epifanía.
Durante la homilía, Joseph Ratzinger ha actualizado la metáfora de los Reyes Magos para lo cual ha explicado, primero, cómo es la época de hoy en día.
‘Un mundo profundamente transformado y que, por primera vez en la historia, está frente al reto de una civilización global’, en cuyo albor se celebró el Concilio Vaticano II para hacer frente a los retos que planteaban esos cambios en los que ‘el centro ya no podía ser Europa ni tampoco lo que llamamos Occidente y el Norte’.
Surgía en aquel entonces, siempre según las palabras de Benedicto XVI, ‘la exigencia de elaborar un nuevo orden mundial político y económico, pero al mismo tiempo y especialmente, espiritual y cultural; es decir un nuevo humanismo’.
Después dijo: ‘al inicio del tercer milenio, nos encontramos de lleno en esta fase de la historia humana, que ha sido modelada en torno a la palabra ‘globalización’’.
Fue entonces cuando el Papa observó que ‘es fácil perder de vista los términos que ese desafío’, quizá porque la sociedad actual está envuelta precisamente en esa fase.
Ese riesgo está ‘fuertemente acrecentado por la gran expansión de los medios de comunicación de masas que, por una parte, multiplican indefinidamente las informaciones y, por la otra, parecen debilitar nuestra capacidad de una síntesis crítica’.
Fue entonces cuándo le Papa señaló que en ese contexto, los Reyes Magos de hoy serían, ‘los gobernantes'; ‘los intelectuales y científicos’ y ‘los grandes guías espirituales de las religiones no cristianas’.
“A distancia de dos mil años, podemos entonces reconocer en la figura de los Reyes Magos una especie de prefiguración de estas tres dimensiones constitutivas del humanismo moderno: la dimensión política, la científica y la religiosa”, aseguró.

Un claro mensaje a tres dimensiones
A las tres dimensiones, la política, la científica y la religiosa, Benedicto XVI dedicó sendos mensajes, procedentes del Concilio Vaticano II y la Declaración conciliar Nostra aetate. Siempre bajo la “luz de Cristo” a los gobernantes, dijo: “Toca a vosotros ser en la Tierra los promotores del orden y la paz entre los hombres"; y a los científicos: “Continuad buscando, sin renunciar jamás, sin desesperar nunca por la verdad”. A los religiosos de otras ‘grandes tradiciones no cristianas’, les invitó “a confrontarse con la luz de Cristo”, del que dijo ‘vino no para abolir, sino para hacer cumplir cuanto la mano de Dios ha escrito en la historia religiosa de la civilización, especialmente en las ‘grandes almas’, que han contribuido a edificar la humanidad con su sabiduría y su ejemplo de virtud’. Ratzinger tuvo entonces un momento para la autocrítica por los errores cometidos por la Iglesia Católica: '¡Nadie tenga miedo de Cristo y de su mensaje! En el curso de la historia los cristianos, hombres limitados y pecadores, han podido a veces traicionarlo con su comportamiento, lo que hace resaltar aún más la luz de Cristo, que la Iglesia refleja sólo unida a El’.