17 may. 2025

El nuevo Maquiavelo

Análisis político

“Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que eres”.

Esta es una de las tantas frases célebres de Nicolás Maquiavelo y perfectamente puede aplicarse al senador Blas Llano (45), el arquitecto de la caída del presidente Fernando Lugo, en un juicio político que no solo ha provocado una tormenta política en el país, sino que ha desatado una crisis en el Mercosur.

SUS INICIOS. Este misionero de nacimiento, pero fernandino de adopción, fue dirigente universitario y llegó a ejercer la titularidad del movimiento estudiantil más combativo contra el stronismo: la FEUP, relata en su hoja de vida.

En 1993, fue electo diputado por Central. Es del riñón del franquismo, aunque construyó su liderazgo, al punto de convertirse en dos ocasiones en presidente del PLRA sin necesidad de padrinazgos.

Fue reelecto diputado en el 98, y en el 99 tuvo un rol clave en la destitución del presidente oviedista Raúl Cubas, como uno de los fiscales acusadores. En aquel juicio político, conseguir votos no fue fácil. Incluso a un diputado oviedista se lo encerró en el baño para evitar que votase. Se le atribuye a Llano esta cuestionable pero efectiva maniobra.

SU LIDERAZGO. En el 2003 llega a su tercer periodo como diputado. Ya consolidado como político, fue electo presidente del PLRA en el 2005, pero es en el 2007 cuando muestra su madera como líder y visionario político. En la convención del 17 de junio se jugó la cabeza y convenció a sus correligionarios que la única manera de llegar al poder era con Fernando Lugo a la cabeza. Estaba jugando a la ruleta rusa, pero se jugó porque supo ver e interpretar el clima ciudadano.

Y ganó. Lugo llegó a la presidencia con un liberal como vicepresidente y él como senador.

LA ERA LUGO. En los cuatro años siguientes, libró batallas con sus propios correligionarios y especialmente con Federico Franco, quien convirtió la Vicepresidencia en el principal bastión antiluguista.

Llano cargó estoicamente sobre sus hombros los cuestionamientos (de adentro y de afuera) al Gobierno. Zorro de la política, controló una parte del Estado y con ello supo mantener la mayoría dentro de su partido.

Lugo lo nombró ministro de Justicia, pero en el 2009 decide volver al Senado, para convertirse en un gestor y articulador ante los embates contra el Gobierno.

En el 2010, vuelve a ganar la presidencia del partido al encabezar un frente amplio.

En tanto, crece el internismo en el PLRA por la presión del 2013, donde crecía la idea de que Llano no iba a defender la chapa para el PLRA.

Lugo, con venia llanista, destituye a Efraín Alegre del Ministerio de Obras, porque este llevaba adelante una indisimulada campaña. El presidente le corta las alas (fondos del Estado) al adversario de Llano.

El plan aliancista con la izquierda seguía en los planes. De esta manera, el PLRA decide un audaz y complejo método de elección de candidato presidencial: una encuesta delivery, que el 1 de abril dio ganador a Llano sobre Alegre, pero dejó demasiadas dudas. Llano era el triunfador, pero las sospechas de fraude debilitaron su triunfo, Alegre no reconoció su derrota y siguió su campaña, con la presión de fracturar el partido. El sondeo sepultó a Federico Franco, que tuvo un lejano tercer lugar.

LA ESTOCADA. La crisis liberal fue aprovechada por la izquierda para forzar la titularidad de la chapa. Decían que un liberal no era una carta de triunfo, y menos aún Llano con una victoria coja.

Eso fue caldeando el clima liberal, cuyas bases ya no estaban convencidas de ser nuevamente furgón de cola en el 2013.

Luego sobrevino lo que todos sabemos. El juicio político exprés, que tuvo a Llano como el actor clave. Aún falta mucho escarbar para saber los motivos profundos de un enojo, cuya consecuencia ha sido nada menos que la destitución presidencial.

“No castigues nunca a la fiera que no puedas aniquilar”, dice Maquiavelo. Una frase que Lugo jamás entendió, y fue devorado.

El juicio se armó en una semana. En ese tiempo, Llano negoció y logró el rápido consenso de los eternos enemigos de Lugo. Una maniobra que exige capacidad de negociación y liderazgo.

EL MAYOR DESAFÍO. Ayer, Llano dio el paso más audaz de su carrera. Renunciar a su postulación presidencial, porque “la historia requiere de sus dirigentes un renunciamiento”. Sabe que su candidatura no tiene apoyo más allá del voto duro liberal. Su renunciamiento es una apuesta al partido unido, para llegar al 2013 no en el rol de actor secundario, sino como protagonista principal.

Si se confirma a Alegre como candidato liberal de consenso (como suena y como dicen las encuestas), sin dudas Llano habrá consolidado su indiscutible rol de gran articulador, más allá de sus intereses personales.

Se pegó el lujo de convertir a Lugo en presidente y de echarlo cuando empezó a ningunearlo; de convertir en presidente a su peor adversario (Franco) y de convertir en candidato a su peor adversario (Alegre).

Su historial lo revela como un político con mucha cintura, audacia, capacidad, liderazgo y pocos escrúpulos. Como un verdadero Príncipe de Maquiavelo.