Es innegable que, producto de esta labor, la economía nacional se vio resentida. Es dinero que no está contabilizado por el Banco Central del Paraguay (BCP), pero que tiene un peso importante.
Según estimaciones del titular de la Senad, Arnaldo Giuzzio, el volumen de cocaína que circula a través del territorio nacional es de 200.000 kilos de forma anual. A ello se suma que se producen 96 toneladas de marihuana al año.
Otro dato es que al año se cultivan más de 24.000 hectáreas de cannabis, con un promedio de 3.000 kilos por hectárea.
Se cree que por cada kilo de marihuana comercializado por una persona que trabaja en el campo, se pagan G. 50.000.
Según la Asociación Pro Desarrollo Paraguay, las actividades clandestinas alcanzaron USD 16.522 millones en el 2018 en Paraguay.
La economía subterránea está comprendida por todo tipo de operaciones económicas ocultas para evitar su medición y así evadir el pago de impuestos. Estas actividades pueden ser legales (trabajadores no cumplen con obligaciones o regulaciones) o ilegales (subempleo, falsificaciones, piratería, contrabando, etc.).
No se sabe cuánto de esto representa el dinero proveniente del narcotráfico.
Giuzzio estima que con los operativos que llevan a cabo desde el Estado apenas se desarticuló el 3% de este negocio ilícito.
Así que imagínense que si solo una pequeña parte de este negocio fue golpeada ya hizo tambalear a la economía paraguaya, cómo será cuando el combate logre acabar con el 50% de este “negocio”.
Por ello, es más que preocupante que en este año y medio de gobierno Marito no haya dado a conocer –porque suponemos que sí tiene un análisis previo– la propuesta para contrarrestar los efectos de este trabajo de combate a las drogas.
Hasta ahora, por lo menos en materia económica, el Gobierno de Abdo Benítez parece navegar a la deriva. No hay lugar en el cual no se escuche que la economía no despega, que las ventas siguen siendo escasas y que la gente no se queje de lo poco que le alcanza el dinero.
Las empresas están prescindiendo de su personal, porque el poder adquisitivo en las calles es escaso.
Ya durante la campaña política Mario Abdo prometió que combatiría el narcotráfico, y está muy bien que haya cumplido su promesa. El problema es que no dio a conocer, y hasta ahora no lo hace, las medidas que está tomando o tomará para que la economía retome su rumbo.
Si su plan es que el dinero provenga de Itaipú, hay que recordarle que las negociaciones serán recién en 2023, y que en estos tres años de algo tenemos que vivir.
Nos merecemos saber qué se planea para cambiar la situación. Por ello, si hay un plan económico, es bueno que el Gobierno lo comience a publicitar ahora, porque la expectativa es muy importante para el mercado, y si esta es positiva, permitirá que los empresarios tomen decisiones que acompañen esta expectativa y, por ende, el dinero comenzará a circular de nuevo a nivel micro.