28 mar. 2024

El modelo híbrido, un tema que genera división en el ámbito laboral

La modalidad del trabajo híbrido, impuesto durante la pandemia ha sido bien acogido por empleados y algunas empresas, al tiempo que encuentra gran resistencia en varias compañías.

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Tendencia. Una persona trabaja desde su hogar durante la pandemia de Covid-19. El modelo híbrido laboral tiene seguidores y detractores.

  • EFE
  • NUEVA YORK

La semana pasada trascendió un mail del magnate y fundador de Tesla, Elon Musk, que iba dirigido a los empleados de su compañía. En ella les exhortaba a retomar el trabajo presencial o marcharse. Este episodio ilustra el debate actual en varias compañías, las que durante la pandemia de Covid-19 han tenido que adaptarse al modelo híbrido laboral: Realizar el trabajo de forma presencial unos días, y otros, hacerlo desde el hogar, conectado al computador.

Algunas empresas han adoptado el modelo híbrido por convicción y otras lo han hecho por necesidad, en un momento de gran demanda laboral en Estados Unidos y en el que un buen número de empleados están dispuestos a cambiar de compañía si se les obliga a regresar a la oficina a tiempo completo.

“Nos dijeron que en dos meses teníamos que volver y yo inmediatamente busqué otro trabajo”, explica a Efe un ingeniero informático neoyorquino que prefiere no dar su nombre.

Tras años trabajando para una de las mayores empresas de telecomunicaciones del país, este estadounidense de 38 años apenas tardó unas semanas en encontrar un nuevo empleo, mejor pagado y totalmente remoto.

En Nueva York, se ha convertido en emblemático el caso de los grandes bancos, que se destacaron el año pasado como uno de los sectores más críticos con el teletrabajo y que, pese a muchos intentos, siguen sin lograr llevar de vuelta a la oficina a una mayoría de sus cientos de miles de empleados. Según una encuesta hecha pública en mayo por Partnership for New York City –que representa a 330 empresas donde trabaja más de un millón de empleados–, únicamente un 8% de los trabajadores de oficinas de Manhattan acuden actualmente a su puesto cinco días por semana.

Mientras, al otro extremo, un 28% trabaja siempre de forma remota, a tenor de los datos de este sondeo, recabados entre 160 grandes empresas de la ciudad.

Entre medias, más de un 60% de estos empleados tienen un modelo híbrido, en el que acuden algunos días a la oficina. Un 11% trabajan en persona cuatro días a la semana, un 17% lo hacen tres, un 21% dos y un 14% solo un día.

“Va a ser difícil que las empresas argumenten que la única manera de hacer las cosas en el mundo pospandémico es 100% en la oficina, porque llevamos prácticamente dos años demostrando que se puede hacer mucho fuera”, explica a Efe José María Barrero, profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) que desde el inicio de la pandemia participa en una investigación sobre el teletrabajo en EEUU.

Actualmente, muchas compañías tratan de atraer a los empleados de vuelta ofreciendo incentivos como actividades sociales, comida gratis o con descuentos, subsidios al transporte o apoyo para el cuidado de los niños.

EL FUTURO. Con reticencias o sin ellas, las empresas neoyorquinas aceptan ya que el trabajo híbrido es el futuro.

Según la encuesta citada anteriormente, casi el 80 por ciento de los empleadores indican que mantendrán este modelo tras la pandemia, en comparación con un 6 por ciento que lo usaban antes del Covid-19.

Únicamente una de cada diez empresas encuestadas tiene previsto exigir presencia diaria en sus oficinas una vez que se supere la crisis sanitaria, mientras que un porcentaje parecido lo dejará en manos de cada departamento.

LAS CONSECUENCIAS. Esta realidad aterroriza a las autoridades de Nueva York, que llevan meses advirtiendo del efecto devastador que puede tener para la ciudad.

“No se puede estar en pijama todo el día”, decía el pasado marzo el alcalde Eric Adams en uno de sus numerosos actos con la comunidad empresarial, en los que ha promovido incansablemente la vuelta a la oficina.

Además del daño para los miles de negocios que dependen de la actividad que generan las oficinas, los representantes locales y estatales temen una ruina fiscal para Nueva York ante la posibilidad de que los muchos empleados que residen en estados vecinos dejen de pagar impuestos si no trabajan físicamente en la ciudad y de que el teletrabajo hunda el valor de los edificios comerciales, que dan mucho dinero en forma de impuestos a la propiedad.

Desde el inicio de la pandemia, muchos expertos han expresado su temor a que el teletrabajo aleje a las empresas de las ciudades, pero por ahora es algo que no se ha materializado en la Gran Manzana, gracias en parte a la generalización de este modelo híbrido que requiere seguir teniendo alguna presencia física. De hecho, casi un 40% de los negocios encuestados en Nueva York espera aumentar su plantilla en la ciudad en los próximos cinco años y el porcentaje de empleadores que planea añadir metros cuadrados a sus oficinas es prácticamente igual al que piensa reducirlo.

El pedido de Elon Musk a sus trabajadores

La carta de Elon Musk en la que pide a sus trabajadores que acudan a trabajar a las oficinas y que circula por las redes, lleva la firma de “Elon” dice textualmente: “Cualquiera que desee trabajar de manera remota debe estar en la oficina un mínimo (y me refiero a ‘mínimo’) de 40 horas semanales o irse de Tesla. Esto es menos de lo que les pedimos a los trabajadores de la fábrica”, dice el mail fechado el 31 de mayo.

En ese correo, también se señala que las circunstancias excepcionales serían consideradas y revisadas directamente por Musk.

“Además, la ‘oficina’ debe ser una oficina principal de Tesla, no una sucursal remota que no esté relacionada con las funciones del trabajo”, se puede leer en el correo filtrado.

No es la primera vez que el empresario se muestra en contra del teletrabajo: El mes pasado, Musk tuiteó: “Todas los mensajes de quedarse en casa en relación con el Covid han engañado a las personas para que piensen que en realidad no es necesario trabajar duro”.

Tesla tenía, a fines de 2020, una plantilla de algo más de 70.000 trabajadores en suelo estadounidense.

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