El temor a que los talibanes incumplan sus promesas de indultar a sus detractores y a sus familias aumentó ayer en Afganistán, donde los países occidentales llevan a cabo una operación de evacuación cuyo resultado final el presidente estadounidense, Joe Biden, dijo no poder garantizar.
Decenas de miles de afganos intentan salir del país desde el domingo cuando el movimiento islamista radical tomó el control de Kabul tras una rápida ofensiva que sorprendió a Estados Unidos y a sus aliados, dos semanas antes de su retirada.
Organizaciones de derechos humanos llamaron al presidente estadounidense a mantener las tropas estadounidenses más allá del 31 de agosto en Kabul, donde garantizan la seguridad del aeropuerto durante las tareas de evacuación de extranjeros y afganos.
Los llamados llegan en un contexto de temor dentro del país por las represalias de los talibanes, pese a sus promesas de tolerancia y reconciliación.
La desesperación ha provocado situaciones trágicas. Zaki Anwari, un futbolista que jugaba en la categoría juvenil de la selección afgana, sufrió una caída mortal tras haber tratado de viajar aferrado a un avión estadounidense que despegaba de Kabul.
Los talibanes intentan convencer al mundo y a los afganos de que no ejercerán el poder de la misma manera que entre 1996 y 2001, cuando impusieron una visión extremadamente rigurosa de la ley islámica, que penalizaba especialmente a las mujeres.
Pero, según un documento confidencial de la ONU, los islamistas tienen listas prioritarias de personas que desean arrestar. En primera línea están quienes ocuparon puestos de responsabilidad en las fuerzas armadas afganas, la policía y las unidades de inteligencia. “Toman por objetivo a las familias de quienes se niegan a entregarse y las castigan basándose en la sharia o ley islámica”, declaró Christian Nellemann, director del Centro Noruego de Análisis Globales. AFP