Por Joseph S. Nye
Con la invasión norteamericana de Irak en 2003, las relaciones franco-norteamericanas tocaron un punto bajo. La administración Bush se sintió traicionada por las tácticas diplomáticas francesas en las Naciones Unidas, mientras que el presidente francés Jacques Chirac confirmó su desconfianza de la única superpotencia y su llamado a un mundo multipolar. Hoy, en vísperas de las elecciones presidenciales francesas, las encuestas de opinión demuestran que las tres cuartas partes de los votantes franceses creen que Francia debería distanciarse de Estados Unidos.
A pesar de una larga historia de alianza que se remonta a la revolución norteamericana e incluye dos guerras mundiales, Francia siempre tuvo una actitud algo ambivalente hacia Estados Unidos, y la guerra de Irak no fue la primera ocasión en que una política de seguridad polémica socava la simpatía por Estados Unidos en Francia. Las encuestas demuestran reacciones similares después de la crisis de Suez de 1956, la guerra de Vietnam a fines de los años 60 y principios de los 70 y el despliegue de misiles de alcance intermedio en Europa a comienzos de los años 80.
Asimismo, Francia se caracterizó durante mucho tiempo por una veta de antinorteamericanismo cultural. A algunos conservadores no les gustaba el crudo igualitarismo de la cultura estadounidense, mientras que algunos en la izquierda veían la fe de Estados Unidos en los mercados como un símbolo de explotación capitalista de la clase trabajadora. Después de la Segunda Guerra Mundial, Francia prohibió la Coca-Cola por un tiempo y, más recientemente, el agricultor José Bové se convirtió en un héroe popular al destruir un restaurante de McDonald’s. Pero los franceses siguen atestando los locales de McDonald’s y los cines donde proyectan películas norteamericanas, a pesar de su importación limitada.
Si bien esta ambivalencia no va a cambiar, las relaciones franco-norteamericanas probablemente mejoren más allá de cuál de los tres candidatos principales se imponga en la última ronda electoral el 6 de mayo, en parte debido a la salida de Chirac. De hecho, las relaciones franco-norteamericanas ya empezaron a mejorar, dado que ambos bandos tomaron conciencia de que su disputa pública estaba afectando sus intereses. La salida de algunos de los neoconservadores más estridentes de la administración Bush en el último año también ayudó y, con la creciente oposición a la guerra en Irak, algunos norteamericanos están empezando a pensar que los franceses tal vez hayan tenido algo de razón después de todo.
SARKOZY. De los tres candidatos principales, el conservador Nicolás Sarkozy expresó las opiniones más pro-norteamericanas y viajó a Washington para sacarse una foto con Bush. Le dijo a una audiencia en Washington que el antinorteamericanismo era una indulgencia elitista que no compartían los franceses en general. “La verdad es que los franceses escuchan a Madonna, como antes les gustaba escuchar a Elvis y a Sinatra”, dijo Sarkozy. “Y todos los padres franceses sueñan con enviar a sus hijos a una universidad norteamericana”. Según Sarkozy, “la virulencia de la prensa y una porción de las elites francesas contra Estados Unidos refleja una cierta envidia de su éxito brillante”.
En respuesta, un asesor de la candidata socialista Ségolène Royal catalogó a Sarkozy de “neoconservador norteamericano con pasaporte francés”. Pero mientras que Royal fue cuidadosa de aplacar a su base socialista, también se refirió a la necesidad de reformas de mercado en la economía francesa y tomó algunas posturas en materia de política exterior sobre Irán y Turquía que están más cerca de la visión norteamericana que las de Sarkozy. Por su parte, el candidato centrista, el ex ministro de Educación François Bayrou, tiene parientes en Estados Unidos y llamó a una “tercera vía” en la política francesa, análoga a los caminos transitados por Bill Clinton y Tony Blair.
Los candidatos difieren también en otros sentidos. Tanto Sarkozy como Royal apelaron al nacionalismo. Sarkozy hizo alarde de haber expulsado a decenas de miles de inmigrantes ilegales cuando era ministro del Interior, y en 2005 se refirió a los manifestantes musulmanes de los suburbios como “escoria”. Consciente de la amenaza ultranacionalista de Jean-Marie Le Pen, que obtuvo un segundo puesto en las elecciones presidenciales de 2002, Sarkozy dijo que quiere “hablar con los que se desplazaron hacia la extrema derecha porque están sufriendo”. Mientras que Royal fue crítica de Sarkozy, ella también apeló al nacionalismo e instó a una “recuperación de los símbolos de la nación” de la derecha. Sólo Bayrou denunció la “obsesión nacionalista” que caracterizó a la campaña.
RESPALDO A CHIRAC. Sin embargo, no se deberían analizar demasiado estas diferencias. Los tres candidatos respaldan la oposición de Chirac a la guerra en Irak, protegerán la agricultura francesa en las negociaciones de comercio global y promocionarán el liderazgo francés en Europa. A pesar del rechazo de los votantes franceses de una nueva constitución para la Unión Europea en 2005 (en parte, un voto de protesta contra Chirac), los tres candidatos reconocen que la UE ha sido un medio importante para afianzar el poder francés en los asuntos mundiales. Es improbable que alguno de ellos se convierta en un perro faldero de Estados Unidos.
De hecho, no es así como funciona la política francesa. Por lo general, a los líderes franceses les gusta que los vean rechazar la presión norteamericana antes de sellar un acuerdo y cooperar de una manera beneficiosa para los intereses franceses y norteamericanos. La fricción con Estados Unidos, por lo tanto, es inevitable, pero, a la larga, normalmente existe una cooperación fructífera. A pesar de la tensión de los últimos años, Europa y Estados Unidos cooperaron en Kosovo, Afganistán, Líbano e Irán, y en la lucha contra Al Qaeda. Más allá del resultado de las elecciones francesas, las relaciones franco-norteamericanas probablemente se mantengan en un curso estable y puedan incluso mejorar después de las elecciones presidenciales norteamericanas en 2008.
Joseph S. Nye es profesor de Harvard y autor de Soft Power: The Means to Success in World Politics.
Copyright: Project Syndicate, 2007.
www.project-syndicate.org