16 ago. 2025

El inglés, el guaraní y los policías

La columna del infiltrado

Desde que los policías aprendieron a hablar el inglés, variados y numerosos sucesos relacionados con ello se registraron en los diversos escenarios en los que actúan los guardianes del orden (así se les dice, no me culpe).

Caso uno. Escenario: La Costanera. Dos policías bicicleteados (existen los montados, los motorizados y ahora, los bicicleteados) presencian un ataque con despojo de bienes, de tres jovencitos del Bajo a dos parejas casadas que paseaban por el lugar. Uno de ellos pedalea más fuerte y grita:

-¡Hey, you....Come here y entregue lo que robó, ich!

El otro uniformado también entra en la liza:

-¡And don’t forget ore parte, pee guadulaque peikóa!

El episodio se resolvió satisfactoriamente para todos. Un poco menos para los paseantes, quienes recuperaron sus documentos, sus celulares y un salvavidas nuevito, pero no así su dinero, esfumado en sus narices y en las de los policías. “Es un misterio”, decían los policías. “Es un misterio”, musitaban los paseantes.

Caso dos. Escenario: Microcentro de Asunción. Dos mujeres maduras pero hermosas todavía, extranjeras a todas luces, se acercan agitadas a un policía que guardiaba solitario una esquina muy concurrida.

-¡Mister policeman, mister policeman! –exclamaba una.

- Good morning, ladies –dijo gentilmente el uniformado.

- ¡Oh, is incredible, el idioma guaraní suena casi igualitou al inglés, Dorothy –exclamó la que había llamado al policía.

-¿Whats is your problem, ah? –inquirió con voz de barítono el guardián de la ley.

-No es guaraní, ¡es inglés, Clementine! –casi gritó la otra.

-Nou, para ser inglés le faltan muchos detalles. ¡Te digou que es guaraní y que el guaraní suena como el inglés!

-¿I can to help you, ladies?

-¡Sí –exclamó la primera, la llamada Clementine–. Un muchachitou arrebatou carteras de nuestros hombrous y corrió hacia allá –señaló el Palacio Legislativo.

-¡¿How much money in your carteras, ladies? ¡Pronto, procuren recordar!

-Total, unos 25 mil dólares –dijo Dorothy.

-The mitã'i tenía cabello medio rubio? –preguntó, con voz de soprano repentinamente resfriada, el policía.

-¡Yes, era rubio! – gritaron ambas al unísono.

-Don’t tell de este asunto a nadie más. The ladrón is too very malo y very asesinou. Mi ocuparme alone del caso, y mañana a la noche les llevo el dinero y todo lo demás a su hotel –Las damas se deshicieron en agradecimientos y, mientras se despedían, una le puso en un bolsillo al agente un billete de cien dólares. “Esto lo tenía para cerveza, pero es más justo que se lo dé a usted. Gracias por todo, mister policeman”...

Luego de unos diez minutos, ambas cayeron (al mismo tiempo) en la cuenta de que no le habían dicho al guardián de la ley el nombre del hotel en que estaban. “Qué tontas, el pobrecito no va a saber adónde llevarnos el dinero”...