19 abr. 2024

El hombre que no da(ba) vueltas

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El senador Antonio Barrios aseguró que la terna no formó parte de negociaciones políticas.

Foto: Daniel Duarte.

Lo afirmó él mismo: Al senador Antonio Barrios no le gusta andar con vueltas. Dice las cosas como son y ya, según él. Cuando en marzo del 2020 el Consejo de la Magistratura ternó a tres colorados para ocupar la vacancia dejada por Myriam Peña en la Corte Suprema de Justicia, Tony se sinceró sorprendido por tamaño fruto del divino azar: “Gracias a Dios, son todos colorados”, celebró.

Hacía alusión a César Diesel, Delio Vera y Gustavo Santander. El primero fue elegido entonces y es el actual presidente de la máxima instancia del sistema judicial. Aquella vez el lugarteniente de Horacio Cartes –conocido amigablemente con un sobrenombre de reminiscencias cinematográficas mafiosas, citado unas líneas arriba–, fue más allá y proporcionó una lección de pragmática (y de historia) política de la democracia a la paraguaya, tutelada por el mismo partido desde 1989, el de Barrios. Una lección dirigida, sobre todo, a aquellos que reclamaban aplicar un criterio no político en casos de elección de miembros de la Corte, como un Maquiavelo al pie de la letra, recordando los pactos de antaño: “Eso (el criterio no político) no existe. Seamos realistas. Yo soy un tipo bastante sincero en este sentido. No me gusta andar con vueltas. Y por supuesto que nos conviene que sea un colorado”.

Casi dos años después, Barrios se muestra más reacio a que el sorprendente azar favorezca, esta vez, a un no colorado. Da más vueltas ahora: “Nosotros tenemos otro tipo de ideologías”, se sinceró tres días antes de que Víctor Ríos fuera elegido por el Senado, ungido por el Poder Ejecutivo a gran velocidad, antes de que cayera la tarde del 4 de noviembre. “No tuvimos nada que ver en la elección. Estamos totalmente en contra de que Ríos haya sido ternado, porque no estaba entre los primeros calificados y encima es un político activo. Esto va en contra de pregonar que los políticos no se inmiscuyan en la justicia”.

Esto lo dijo Barrios en el país en el que leguleyos justicieros (como Arnaldo Giuzzio, Carlos Arregui, Rocío Vallejos y otros tantos cortesanos fiscalizadores de la nada) se inmiscuyen en la política con aires de santones y santonas con demasiados recaudos (y recaudaciones). Ni Diesel, ni Vera ni Santander estuvieron “entre los primeros calificados” cuando Barrios agradecía a Dios que todos estos fueran afiliados de la ANR, pero Hay algo cierto en el resto de la frase: no eran políticos activos inmiscuyéndose en la justicia, al más alto nivel. Esto sí es algo inédito en las casi tres décadas de Constitución Nacional democrática (pisoteada innumerables veces por tirios y troyanos: Vyropáma voi ningo, diría mi vecino con tono constitucionalista de arrabal). Es posible jurídicamente el nombramiento del académico Ríos, aunque riña con eso que se llama ética. Palabra que, hay que decirlo, pocos saben qué es en el Congreso, en el Ejecutivo, en los tres poderes del Estado donde, muy a menudo, quienes no tienen ética son quienes más rápidamente se rasgan las vestiduras.

Rasgarse las vestiduras suele ser un acto ideológico, desde los tiempos de Cristo. Y, ya lo dijo el hombre-que-no-da-vueltas, el cartismo tiene “otro tipo” de ideología. En su acervo cultural, la doctrina cartista incluye el conservadurismo de la Iglesia Católica y de las congregaciones evangélicas, el de la aristocracia rural espuria (a la que son afines también Patria Querida, sectores del liberalismo y de los herederos del stronismo, como el presidente-que-lee-la-Biblia-en-las-mañanas) y, en general, el del autodenominado sector productivo: Las fuerzas vivas de la nación.

A estas muy avivadas fuerzas de muy pocas familias es a quienes responde con celeridad la justicia del Paraguay. Más cuando se trata de adueñarse de tierras, de crear firmas fantasmales en paraísos remotos, de apoyar dictaduras, de formar parte de poderes fácticos que, en la sombra y no tanto, dominan la política en Paraguay. Narcos, contrabandistas, masones, religiosos, militares, jueces, policías, fiscales, empresarios: Hermandades corporativas. Poderosos a los que responde el diligente Tony.

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