12 feb. 2025

El descontrol oficial

Luis Carlos Irala

El actual Gobierno completará en agosto su cuarto año de mandato. Con más sombras que luces, como dirían los críticos, Mario Abdo apunta a completar el mandato pese a que sus detractores han aumentado y el movimiento interno que le llevó al poder va perdiendo adherentes.

Uno de los puntos débiles del actual Gobierno y también de los antecesores es la falta de honestidad de los funcionarios encargados del manejo de los bienes públicos. Es más, se puede evidenciar un elevado nivel de falta de interés en el cuidado del erario público.

Un informe elaborado por la Contraloría General de la República (CGR) sobre la aplicación del Sistema de Control Interno (SCI) reveló que un elevado porcentaje de las instituciones públicas le dan poca o nula importancia a este programa que busca precisamente promover la efectividad, eficiencia y economía en las operaciones y la calidad de los servicios.

Aparentemente son conceptos que a los encargados del cuidado de la cosa pública no les resultan muy atractivos, por lo que la mayoría de las instituciones están en un nivel deficiente en la aplicación de los sistemas de control.

Según la CGR, el 87 por ciento de los entes verificados tiene un nivel deficiente y en el mejor de los casos están iniciando. Es decir, están en un nivel incipiente y es poco o nada el resultado que se puede esperar.

Resulta llamativo el hecho de que las principales instituciones que mayor recurso manejan son las que están en un menor nivel de aplicación de las medidas que deberían ayudar a conservar y proteger los recursos públicos contra cualquier despilfarro, uso indebido, irregularidad o acto ilegal.

A juzgar por las noticias que aparecen diariamente, los objetivos del SCI son vilmente ignorados por los administradores y lo más lamentable es que ni siquiera las autoridades fiscales y judiciales tienen la suficiente fuerza para castigar a los responsables y reencauzar por la buena senda la conducción de las instituciones estatales.

Según la Contraloría, fueron evaluadas 438 instituciones, de las cuales 275 tienen un deficiente sistema de control interno, en tanto que 104 instituciones presentan un nivel inicial.

El nivel de dejadez y la falta de celo en el cuidado de los bienes estatales al parecer tienen más fuerza que los programas que apuntan a mejorar la administración estatal.

Lastimosamente, el Gobierno va perdiendo fuerza y autoridad sobre los subordinados y hoy día se puede entender que existen pequeños subestados, que tienen sus propias reglas dentro del Estado. Se puede hablar de clanes de poder interno que se fueron formando a lo largo de los años y hoy el gobernante de turno es poco lo que puede influir sobre ciertos estratos de poder estatal.

Desde el Gobierno Central se implementaron varios programas tendientes a mejorar la administración de los bienes públicos, pero pese a los intentos, los resultados no fueron muy auspiciosos.

Los casos de corrupción, irregularidades, mal manejo del Presupuesto público, sobrefacturaciones, compras indebidas son hechos que se registran diariamente.

Parece que los encargados del manejo ya perdieron temor a las posibles sanciones y se volvieron insensibles a los llamados de combatir la corrupción dentro del Estado.

Son pocos los funcionarios que con honestidad ejercen sus funciones. En los tres poderes del Estado hay focos de corrupción y la desconfianza hacia quienes deben garantizar un estado de derecho es tal que la ciudadanía está más que decepcionada.

Al actual Gobierno le quedan poco más de un año y medio para cumplir su mandato. Si las actuales autoridades ponen todo el empeño de su parte es aún posible avanzar en los programas de control interno y hacer un nuevo intento por reencauzar por la buena senda el manejo de la cosa pública.

El actual Gobierno, si se dedica exclusivamente a administrar el funcionamiento del aparato estatal, sin distraerse en cuestiones electorales, puede aún recuperar el tiempo perdido y tratar de ganar nuevamente la confianza de la ciudadanía hacia los administradores públicos.

Normalmente se espera mucho de un gobierno cuando empieza el mandato, pero no hay ninguna ley que impida al gobernante de turno a cerrar su mandato superando los fracasos acumulados en los primeros años de gobierno y despedirse dignamente del Palacio de López.