El programa narrativo de los evangelios se construye en parte sobre el creciente endurecimiento de corazón de los que primero debían haber aceptado a Jesús. Vista con la perspectiva que nos da ser lectores y espectadores con una cierta distancia y recorrido, su actitud se nos antoja no solo necia, sino hasta incomprensible. Sin embargo, ¿podemos decir, acaso, que nosotros no nos hemos comportado en ocasiones como ellos? Dice Pablo en su Carta a los Romanos: “A ellos pertenece la adopción de hijos y la gloria y la alianza y la legislación y el culto y las promesas” (Rm. 9,4). ¿Cómo es posible que después de haber recibido tanto estén como ciegos ante las palabras y las obras de nuestro Señor?
Es constante de toda la Sagrada Escritura la afirmación de que, quien se cierra voluntaria y conscientemente a la verdad, al Evangelio, cae en manos de una fuerza de engaño que le lleva a creer en la mentira (Rm 11,8; 2Ts 2,11). La consecuencia es que la propia vida se construye sobre unos cimientos que no existen y con una meta errónea. La actitud de estos que se acercan a Jesús refleja bien esto. Hacen una alabanza hipócrita y, al mismo tiempo, una pregunta capciosa. ¡Qué contraste entre la verdad y la mentira!
“La verdad os hará libres” (Jn. 8,32), “el que crea y sea bautizado se salvará” (Mc. 16,16). Estas afirmaciones nos muestran el camino. De los que se acercan a Jesús en el Evangelio de hoy se podría predicar la “impiedad e injusticia de los hombres que tienen aprisionada la verdad en la injusticia” (Rm. 1,18).
Pero al final la verdad siempre se impone y toda mentira será revelada como tal: “Nada hay oculto que no vaya a ser descubierto” (Mt. 10,26). Esa verdad es y será juicio para los que amaron la mentira y la injusticia. Aunque la verdadera actitud del corazón quede maquillada por cuestiones de palabras, Dios sabe lo que hay ahí de verdad. Y según eso se construye. Jesús nos muestra ese camino de Dios según la verdad, el camino que lleva a la vida: “Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obras y de verdad” (1Jn. 3,18), como Jesús nos ha dicho y mostrado con su vida.
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/evangelio-feria-iii-novena-semana-tiempo-ordinario/)