Ubicado en Alberdi entre General Díaz y Eduardo Víctor Haedo, el restaurante Caballito Blanco tenía la preferencia de los asuncenos, quienes degustaban las delicias de la cocina alemana.<br/><br/>Los propietarios originales del restaurante eran de ascendencia alemana, una familia de apellido Bayer, quienes le vendieron el negocio a Josef Hoge y su esposa Elsa Bachle en 1975, ambos también de origen germano.<br/><br/>"Los Bayer nos cedieron el restaurante, el nombre del lugar y también sus conocimientos gastronómicos”, recuerda Monika Hoge Bachle, una de las hijas del matrimonio.<br/><br/>LOS COMENSALES. Al Caballito Blanco acudían al mediodía los oficinistas y a la tarde quienes iban a picar algo y a tomarse una cerveza.<br/><br/>Especialidades de la casa eran el Schaschlik, un brochette de origen turco, y el Eisbein, el codillo de cerdo o pernil. No se podía disfrutar de estos manjares sin el acompañamiento de una manija de chopp bien fría.<br/><br/>Monika explica que el chopp no era de fabricación propia, sino que era suministrado por la Cervecería Paraguaya.<br/><br/>Un turista que había visitado el país recomendaba ir a comer en el Caballito Blanco “en el que la pata de cerdo con chucrut y chopp era para perderse comiendo”.<br/><br/>Además, la casa antigua en la que funcionaba generaba un ambiente agradable muy apreciado por los comensales, aunque la edificación había sido modificada, pues antes de 1975 todavía podía verse una recova.<br/><br/>Con la desaparición de ese elemento arquitectónico los rasgos coloniales del edificio quedaron borrados.<br/><br/>Monika revela que la casa donde funcionaba el Caballito Blanco era alquilada por los Hoge Bachle.<br/><br/>"El restaurante cerró en 1994 porque ya había una fuerte competencia de otros locales y ya no era negocio”, aclara Monika Hoge Bachle.<br/><br/>HERENCIA. Las habilidades culinarias de su madre, Elsa Bachle de Hoge, todavía pueden apreciarse en el bar restaurante Munich.<br/><br/>Hoy lo que quedaba del edificio está casi totalmente demolido, y en el lugar funciona un estacionamiento.<br/><br/>Apenas pueden adivinarse las líneas de la bella casona en lo que queda de la fachada, actualmente cubierta de grafitis y con una prosaica entrada para automóviles.<br/><br/> <br/><br/>