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Washington-São Paulo
El Airbus 320 de la aerolínea brasileña TAM siniestrado hace una semana en São Paulo matando a 199 personas chocó contra un edificio a 175 kilómetros por hora, una velocidad menor a la que tenía cuando aterrizó antes de despistarse, dijeron el martes funcionarios.
La revelación fue hecha por un diputado brasileño integrante de un comité del Congreso que investiga la crisis aérea que enfrenta el país, cuyos miembros se encuentran en Washington para reunirse con técnicos estadounidenses en seguridad aérea.
“El avión aterrizó a la velocidad estándar“, dijo el diputado Efraim Filho, quien agregó que la velocidad al momento de la colisión era de 175 kilómetros por hora o 94,4 nudos. La velocidad estándar de aterrizaje de un Airbus en el aeropuerto de vuelos domésticos de São Paulo donde se desató el accidente, Congonhas, es de 120 a 130 nudos, o 222 a 241 kilómetros por hora, según un experto consultado.
NO DESACELERÓ LO SUFICIENTE. En Brasilia, el brigadier Jorge Kersul Filho, miembro del Centro de Investigaciones de Accidentes Aéreos de Brasil, confirmó que la nave, cuyos 187 ocupantes murieron y causó otras 12 víctimas fatales en tierra, tras posar “no desaceleró lo suficiente“ y “chocó a 175 kilómetros por hora“. “Posó a la velocidad prevista, en la franja prevista“, agregó.
POSIBLES CAUSAS DEL ACCIDENTE. Entre las posibles causas que habrían contribuido al peor desastre aéreo de la historia de América Latina se barajan el estado de la resbaladiza pista principal de Congonhas, algo que la autoridad aeroportuaria niega; la desactivación de un reversor de la nave, lo que sin embargo no impediría su uso según TAM y Airbus; y una falla humana. Según dijeron ayer diputados que investigan el caso, TAM informó que el sistema de frenado auxiliar, conocido como “reverso“, iba a ser revisado el mismo día del accidente.
En tanto, las críticas contra el Gobierno del presidente Lula da Silva continúan por lo que se considera una falta de acción para solucionar la crisis aeronáutica. Lula se ha visto presionado, tanto por aliados como por opositores, para que nombre nuevos jefes en instituciones aéreas y un nuevo ministro de Defensa, de cuyo despacho depende la Aeronáutica, que a su vez controla el tráfico aéreo de Brasil.