Tanto los sondeos como los pronósticos de los expertos coinciden en que las opciones de que Trump sea reelegido son bastante reducidas, pero el magnate también partía en desventaja en 2016 frente a la demócrata Hillary Clinton y al final terminó alzándose con la victoria.
El complicado sistema electoral estadounidense, por el que los ciudadanos no votan directamente a su presidente, sino que eligen a los integrantes del Colegio Electoral que a su vez votarán por el inquilino de la Casa Blanca, deja entreabierta la puerta a que el republicano pueda resultar reelegido pese a no obtener la mayoría del voto popular, como ya ocurrió en los pasados comicios.
El portal especializado en elecciones FiveThirtyEight da como ganador a Biden en 89 de las 100 simulaciones distintas de resultados, frente a 10 para Trump, mientras que el pronóstico actual de Cook Political Report es que el demócrata tendría asegurados, con mayor o menor certeza, 290 votos en el Colegio Electoral. De acuerdo con la media de sondeos a nivel nacional de Real Clear Politics, el ex vicepresidente tiene una ventaja de 7,2 puntos sobre Trump, un dato a la baja que en los estados más disputados cae a 3,2 puntos.
ESTADOS BISAGRA. Las elecciones, como ya viene siendo tradicional, se decidirán en un puñado de estados, los llamados swing states o estados bisagra, ya que no votan siempre por el mismo partido. En esta ocasión, la llave la tienen media docena de estados –Florida, Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Carolina del Norte y Arizona–. Si Trump quiere tener alguna opción, debería imponerse en varios de ellos, con Florida como el trofeo más preciado, ya que están en juego 29 votos en el Colegio Electoral, y Pensilvania como el estado que, según los expertos, podría inclinar la balanza.
Por lo que se refiere a la base electoral de ambos candidatos, está muy marcada. Biden cuenta con un firme apoyo entre mujeres, votantes negros y blancos con estudios universitarios, mientras que el principal respaldo para Trump lo constituyen los hombres blancos y los votantes blancos sin estudios superiores. No obstante, su ventaja con respecto a los 20 puntos que le sacó a Clinton en 2016 se ha reducido al mínimo. Además, Biden domina con claridad entre el electorado mayor de 65 años, pese a que hace cuatro años más de la mitad de este grupo votó por Trump.
VOTO ANTICIPADO. Una de las peculiaridades de estas elecciones, y también una de las pruebas de la polarización imperante en el país, es la previsible participación récord, a tenor de los millones de estadounidenses que han votado por adelantado. Según US Election Project, hasta el domingo habían votado algo más de 94 millones de estadounidenses, incluidos casi 60 millones que lo han hecho por correo y 34 que han acudido a votar de forma anticipada.
El principal problema que plantea el voto por correo y el voto anticipado es el del recuento. En el caso del voto por correo, antes de computarlo es necesario procesarlo de forma adecuada y validarlo: solo en 32 estados es posible llevar a cabo este proceso desde una semana antes de la jornada electoral –y solo en algunos iniciar el recuento– si bien en otros habrá que esperar hasta hoy para ello, lo que dado el elevado número de votos emitidos por esta vía demorará el resultado.
Además, en 23 estados, los votos por correo se cuentan aunque lleguen algunos días después y en algunos estados incluso se permite su envío hasta un día antes de la jornada electoral, lo que previsiblemente alargará aún más el proceso de recuento y, en casos de un resultado muy ajustado, podría impedir dirimir quién es claramente el ganador.
Temor a la violencia política
Una eventual demora en la proclamación del vencedor podría abrir una crisis sin precedentes en el país. Trump ha criticado por activa y por pasiva el sistema de voto por correo, advirtiendo de posibles fraudes, al tiempo que no ha cerrado la puerta a no reconocer el resultado si esto no es de su agrado.“Por primera vez, se suma una tercera y alarmante posibilidad a los dos escenarios que se derivan de toda elección presidencial: la no aceptación del resultado electoral por parte del presidente saliente y la consecuente crisis política y constitucional a la que deberá enfrentarse una potencia fracturada internamente y transformada en lo internacional”, subraya Pol Morillas, director del CIDOB.Esto podría abrir una caja de Pandora, puesto que la actual polarización del país hace temer un riesgo real de violencia política.En los últimos meses la confluencia de la pandemia junto con una ola de protestas en torno al movimiento Black Lives Matter han servido de caldo de cultivo perfecto para la proliferación y consolidación de grupos armados, en general de extrema derecha. “Si se produce la violencia, un desafío clave podría ser evitar que se convierta en cascada y lleve a la pérdida de más vidas”, advierten los expertos Colin P. Clarke y Daniel L. Byman en un artículo para Brookings.