“El viaje será para tratar sobre un acuerdo de libre comercio, que consolide los mercados para el camarón, el banano, la pitahaya”, adelantó el gobernante.
Y también para analizar la asistencia financiera de China a Ecuador “a efectos de reprogramar los pagos de esa cooperación” y con ello, “aliviar el peso en las finanzas públicas”.
Ecuador, según el presidente, tiene con China una deuda de unos 4.600 millones de dólares, de los que 400 millones son “deuda concesional” a muy bajo interés y muy largo plazo, y el resto es lo que se tratará de renegociar.
Además, intentará “desvincular el petróleo del pago de la deuda para que sea (un producto) de libre disponibilidad del Gobierno ecuatoriano”, aseveró.
Los contratos con China datan de la época del presidente Rafael Correa (2007-2017) que, en su distanciamiento ideológico de Washington y los multilaterales, encontró en Pekín a un fuerte aliado.
Pero desde 2017, el país andino volvió a mirar a EEUU en busca de financiación, y obtuvo del entonces presidente Donald Trump un apoyo político masivo de más de 8.000 millones de dólares en el último bienio de varias instituciones multilaterales, sobre todo el FMI.
No ve impedimento en la diversificación de la diplomacia ecuatoriana con las tres potencias. Bastante al contrario.
China es una economía “150 veces más grande que la ecuatoriana, un mercado enorme”, por lo que cualquier acuerdo comercial sería “una oportunidad infinitamente más grande para Ecuador, afirmó Vicente Albornoz, Decano de la facultad de Ciencias Económicas de la UDLA. EFE