Por Enrique V. Cáceres Rojas
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Existe bastante escepticismo cuando se plantea como necesidad volver compatible el sistema económico con los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). En lo que a los sistemas económicos se refiere, se puede apreciar justamente la valoración moral que la DSI hace sobre la economía de mercado o simplemente economía libre. Es así que si el capitalismo no está encuadrado en un contexto jurídico que lo ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces se trata de un sistema negativo. A su vez, para la DSI el mercado competitivo es útil, pero no puede evaluarse prescindiendo de los fines que persigue y de los valores que transmite a nivel social. La utilidad individual no debe ser la única meta; también tiene que perseguirse la utilidad social en coherencia con la lógica de mercado. Y la empresa como comunidad de personas, la función social de la propiedad y la responsabilidad social de aquélla, son otros enunciados que surgen de un análisis profundo al interior de la DSI. Es así que todo lo que señala la DSI es aplicable al discernimiento económico y, por derivación, al actuar económico privado o público. Hasta se observa como un planteamiento humanista que lo puede compartir perfectamente un no creyente. La DSI reconoce que los fenómenos económicos siguen ciertos moldes que pueden pasar a constituir “leyes” en el sentido científico. En la física sabemos que la ley de gravedad explica por qué caerá una piedra si la soltamos desde 10 metros de altura, pero esa ley no justifica que yo suelte la piedra sobre la cabeza de alguien. En economía también hay regularidades que se han ido registrando y que han pasado a constituir “leyes”. Muchas han sido y serán destronadas por nuevos “descubrimientos” o porque las personas aprenden a reaccionar frente a determinadas políticas de gobierno o de empresas, y se debe reformular la teoría. Incluso existen varias teorías, en algunas materias, que compiten por “representar la verdad”. La DSI llama a respetar el conocimiento del actuar humano y usarlo al momento de formular un juicio moral o de entregar una orientación. Ello no representa una concesión graciosa de la moral a la economía, sino más bien un juicio de realidad. La economía ha avanzado muchísimo en el estudio de las regularidades registradas, tanto en los niveles micro como macroeconómicos. Y para comprobarlo no se necesita repasar la teoría económica. Lo importante es, primero, reconocer que el sistema económico y la economía, como disciplina, tienen como objetivo apoyar el desarrollo del ser humano y, por lo tanto, no pueden oponerse a la moral, que también persigue lo mismo y mucho más. Y, segundo, mantener el espíritu abierto al diálogo, de modo a entender que los objetivos más loables desde el punto de vista moral, aunque sean compartidos por el economista, probablemente no puedan llevarse a cabo fácilmente.