20 abr. 2024

Don Severo Flores, arakua iya (dueño de la sabiduría)

El gran líder indígena Severo Flores falleció esta semana. La antropóloga Marilin Rehnfeldt destaca la valiosa personalidad de uno de los más reconocidos mburuvicha del pueblo guaraní.

El líder indígena Severo Flores, durante el Arete Guasu en Santa Teresita.

El líder indígena Severo Flores, durante el Arete Guasu en Santa Teresita.

Marilin Rehnfeldt
Antropóloga


Con gran pesar recibí la noticia del fallecimiento, el lunes 12 de abril pasado, del líder indígena mburuvicha guaraní don Severo Flores, conocido también por su nombre guaraní Arakua iya, “Dueño de la sabiduría”. Tuve el honor de ser su amiga desde nuestro primer encuentro en octubre de 1974, cuando se celebró en San Bernardino, Paraguay, el Primer Parlamento Indio Americano del Cono Sur.

Don Severo Flores nació el 6 de noviembre de 1940, en Mariscal Estigarribia. Se casó con doña Leonora Fernández, con quien tuvo 9 hijos. Fue dirigente (mburuvicha) de la comunidad guaraní de Santa Teresita, maestro, catequista, laico consagrado y celebrante de la Palabra. Fue presidente de la Asociación de Parcialidades Indígenas (AIP), miembro del Primer Parlamento Indio Americano del Cono Sur, y un participante clave en la comisión de redacción del capítulo V de la Constitución Nacional referente a los Pueblos Indígenas.

Del 8 al 14 de octubre de 1974, en plena dictadura militar, se reunió en San Bernardino, Paraguay, el Parlamento Indio Americano del Cono Sur que congregó a líderes indígenas de Argentina, Bolivia, Venezuela, Brasil y a líderes de diversas etnias indígenas del Paraguay entre los que estuvo presente don Severo Flores como representante de los Guaraní del Chaco.

En este Parlamento se abordaron diversas temáticas, como la tierra, el trabajo, la educación, la salud, la organización. Las conclusiones del Primer Parlamento terminan con el siguiente párrafo: “En nuestra reunión recordamos los sufrimientos, las persecuciones que padecemos en todas partes, pero también las luchas que los indígenas de América estamos llevando a cabo hoy día, y hemos hecho el nuevo compromiso de seguir adelante. Así invitamos a todas las naciones indígenas para continuar hasta alcanzar el triunfo definitivo: ser hombres libres”.

Esta identidad colectiva como pueblos indígenas, con una misma historia e intereses comunes independiente de los Estados nacionales en que se encontraban, le permitió a un grupo de representantes y líderes indígenas en Paraguay que participaron del Parlamento Indio, iniciar un movimiento que trascendiera los reclamos individuales de cada etnia y uniera a los distintos liderazgos políticos en una sola causa.

PRIMER CONSEJO INDÍGENA

La demanda de reconocimiento como pueblos milenarios cuya existencia es anterior al Estado-Nación fue el primer paso para iniciar una larga lucha por sus derechos frente a una sociedad nacional que los ha tratado siempre como ciudadanos de segunda clase, ignorado sus derechos y explotado sus recursos. Como consecuencia directa del Parlamento Indio Americano del Cono Sur, se forma en Paraguay en 1974, el Primer Consejo Indígena Nacional. Este Consejo Indígena agrupaba a 17 etnias del país y se reunía periódicamente con el fin de establecer las bases para una alianza nacional de todas las comunidades indígenas para la defensa de sus intereses. Este Consejo estableció también alianzas con miembros de la comunidad académica de la Universidad Católica de Asunción y así fundaron el proyecto Marandu: información a Líderes Indígenas. A fines de 1975, el proyecto Marandu fue clausurado, sus oficinas fueron desmanteladas por la Policía y sus miembros apresados. Los líderes indígenas, que entonces se encontraban reunidos en Asunción, fueron obligados a volver a sus comunidades con la expresa prohibición de reunirse como movimiento indígena. El caso fue denunciado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, Caso 2006.

A pesar de las presiones en contra del gobierno, en 1977 se creó la Asociación de Parcialidades Indígenas (API), la primera organización de los pueblos indígenas del Paraguay reconocida por el Estado paraguayo, con la finalidad de “constituirse en un núcleo directivo de todos los indígenas del Paraguay para la formación de una organización propiamente indígena”. La API agrupaba a las 19 etnias del país y don Severo Flores fue uno de sus presidentes.

La relación de los pueblos indígenas con la sociedad nacional paraguaya fue siempre una historia de conflictos que tuvo como una de sus causas fundamentales la lucha por la tierra.

Así como en toda América latina, en Paraguay los pueblos indígenas no permanecieron como víctimas pasivas de las políticas estatales de marginación; por el contrario, ofrecieron una tenaz resistencia a lo largo de décadas, formando y participando de acciones colectivas de diversas características para proteger sus derechos.

Si bien la resistencia indígena a la colonización fue una constante en la historia del Paraguay, recién en 1974, con el Parlamento Indio del Cono Sur y con el Consejo Indígena del Paraguay, se inicia la formación de movimientos indígenas que promueven acciones colectivas para la defensa de los derechos de las etnias que habitan el territorio paraguayo. Con sus avances y retrocesos, estos movimientos transforman la lucha de grupos aislados y sin conexión entre sí, en reclamos colectivos basados en su reconocimiento como pueblos que tienen una existencia anterior al Estado paraguayo. Otra característica relevante es el relacionamiento con otros movimientos indígenas similares en América Latina y las alianzas con miembros del mundo académico y grupos de defensa de los derechos humanos de alcance nacional e internacional.

PARTICIPACIÓN EN LA CONSTITUYENTE

Una de las muchas contribuciones importantes de don Severo Flores al movimiento indígena fue su participación en la Convención Nacional Constituyente, donde se logró la inclusión del Capítulo V “De Los Pueblos Indígenas”, pese a la oposición de algunos constituyentes que proponían una legislación más paternalista. Mencionamos aquí solo dos artículos que consideramos muy relevantes y revolucionarios dada la historia del Paraguay con los Pueblos Indígenas:

En el art. 62, de los Pueblos Indígenas y Grupos Étnicos. Esta Constitución reconoce la existencia de los pueblos indígenas, definidos como grupos de cultura anteriores a la formación y a la organización del Estado paraguayo.

El art. 63, de la Identidad Étnica. Queda reconocido y garantizado el derecho de los pueblos indígenas a preservar y a desarrollar su identidad étnica en el respectivo hábitat. Tienen derecho, asimismo, a aplicar libremente sus sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa.

Don Severo Flores participó en 1984 del simposio “¿Desaparecerán las culturas indígenas?”, junto con reconocidos antropólogos, como el padre Ramón Juste, Miguel Chase Sardi, Oleg Visokolan, Wayne Robins, entre otros. Las ponencias del simposio fueron publicadas en el Suplemento Antropológico de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, Vol. XIX, Nº 1, junio 1984. Queremos extractar algunos párrafos de su ponencia para que los lectores puedan tener un acercamiento a su manera de pensar:

“El indígena sabe hoy que su tiempo es histórico, que hay en su ser potencia de cambios y sabe también que no debe cruzarse de brazos. Las parcialidades que hoy sobreviven… se oponen porque tienen iniciativa de autogestión, a la tutela paternalista y a todo plan aculturativo de la sociedad envolvente. Y para el blanco, ya no es el momento de hablar en nombre del indio, ese ser olvidado, que “debe desaparecer”, sino de sentarse a escucharlo, pues mucho tiene que aprender de él sí está en la tarea de construir una cultura americana”.

“Por qué el indio hoy sabe lo que quiere, sabe lo que hace, sabe lo que pide y con mayor claridad aun, lo que no quiere. El indio siempre respeta la cultura de otros grupos y por eso quiere que sea respetada su cultura. Así no desaparecerán las culturas Indígenas”.

Para terminar, quiero expresar mis condolencias a sus familiares y amigos y mis deseos que el legado de don Severo Flores continúe en la juventud indígena de nuestro país.

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