04 ago. 2025

Don Isabelino, el guardia gruñón, un aliado en la lucha en Ineram

CONTACTO. Con pequeñas acciones acerca a pacientes y familiares que están en el pabellón. VUELTA. Solo un cuadro de coronavirus lo alejó de su labor, que tomó como una causa.

Puntualmente a las 5:30 inicia la jornada de don Isabelino, en primera línea al frente de la portería del área de Contingencia del Ineram, donde pasa hasta las 17:30 en constante movimiento entre la internación y la portería. Isabelino Franco se desempeña en el cargo desde la inauguración del espacio de referencia Covid-19, hace un año y dos meses aproximadamente. Don Isabelino apunta que seguirá hasta que pueda, y que solo un cuadro reciente de Covid-19 lo alejó del lugar.

El trabajador al servicio de Tapiti SRL, de unos 52 años, es el primer rostro que ven los pacientes y familiares, es el contacto con médicos y enfermeras. Don Isabelino, quien refiere que nunca antes prestó servicios en un hospital, aprendió a manejar el ritmo en uno de los momentos más complejos de la salud pública. “Acá hay pedidos minuto a minuto. Hay mucha gente que entra y ya no sale, es cosa de todos los días. Vemos mucho dolor”, comparte.

Por su trato serio en principio, se ganó el mote de el guardia gruñón, principalmente por el papel que encarna cuando debe bajar las pautas de comunicación de los pacientes con el mundo exterior. Hace unas semanas padeció Covid-19, y la comunidad de parientes de pacientes no dudó en expresar la falta que les hacía.

“Me dio leve nomás gracias a Dios, y ya volvimos y vamos a estar acá pase lo que pase”, compartió don Isabelino, para quien su labor es ya una causa que además cambió toda su rutina. “Para llegar a casa yo me desinfecto todo, me cambio mi ropa, todo, todos los días, para no llevar el Covid”, asegura. Y comparte que gracias a eso él fue el único contagiado en su familia.

Aunque esquive a la pregunta, para mantener el sentido recio de su trabajo, tanto el personal de blanco como los parientes apostados frente al nosocomio comparten que varias veces su intervención oportuna les ayudó a estar un poco más cerca de los pacientes y obtener alguna noticia de alivio. “No es fácil, no es que uno no quiera, si sacamos un papel de ahí adentro podemos traer la enfermedad de ahí o meter también otras de afuera, yo sé que hay mucha desesperación, pero hago lo que se puede, sigo lo que me dicen los médicos”, aseguró.

El Dr. Carlos Morínigo, neumólogo del Ineram, se hizo eco de uno de los gestos del guardia. Contó que un día no tenían en el servicio un medicamento, el profesional derivó la receta a la enfermera y esta a don Isabelino. “Grande fue mi sorpresa cuando me dice mi compañera: ‘Doctor, la familia no está pero dice don Isabelino que va a comprar él nomás y después va a ver”.

El guardia insiste en que con lo que ve no entiende cómo hay gente sin los cuidados en la calle. Cuenta que un día después de una pesada jornada, sin pensar llamó la atención a un grupo que jugaba fútbol. “Por la rabia, vi que estaban jugando en la cancha, y les dije: La otra semana te espero en Ineram, estaban ahí sin ni un tapabocas como si nada”, relata.

Grande fue mi sorpresa cuando me dice mi compañera: ‘Dr., la familia no está, pero dice don Isabelino que va a comprar él nomás’. Dr. Carlos Morínigo, neumólogo del Ineram.