02 may. 2024

Diseño y destino político

El diseño constitucional marca el destino político de un país. Paraguay no es una excepción. La Constitución del 92 tiene un efecto determinante en cómo se organizan los actores políticos, las elecciones y la composición de los colegiados. Por esta razón, es oportuno recorrer algunos de los rasgos más notorios del actual régimen y ver cómo afectarán el resultado de las elecciones.

En primer lugar, está el hecho de que Paraguay no tiene un sistema de doble vuelta. El ejecutivo es electo por mayoría simple en una sola vuelta. Considerando el número de candidatos en la competencia electoral actual, es muy probable que el presidente sea elegido con una mayoría simple. Con posibilidades de que sea menor al 40%. En el caso de que se mantengan los niveles de participación electoral que se han dado en el 2008 (65.52%), 2013 (68.52%) y 2018 (61.25%), podemos especular que si hay una participación del 65% de los 4.8 millones electores empadronados y el presidente electo gana con 40% del voto emitido podría terminar siendo elegido por 1.2 millones electores. Puede ser menos.

Sería una victoria legítima porque así está diseñado el sistema. No obstante, sí es motivo de reflexión, pues habrían 3.6 millones de electores que no votaron por el presidente, ya sea porque eligieron no votar o porque votaron por otras opciones.

Este rasgo fundamental fue producto de la transición. La oposición en la Constituyente sí quería una doble vuelta, pero la ANR anticipaba que con un ballotage le sería más fácil a la oposición sortear sus divisiones internas, pues podrían dar campo libre a todos en la primera vuelta, para luego aliarse en la segunda. La anticipación que hacía la ANR no estaba tan alejada a la realidad. Es cierto que a la oposición le ha sido más complicado juntar las partes para una elección de una vuelta. Los actores políticos siempre especulan con la posibilidad de que ellos podrían salir ganadores en esa única vuelta. Les cuesta ceder el espacio antes de comprobar sus chances. Así, pues, siempre tendremos la duda de si con el ballotage los acuerdos, alianzas o concertaciones no serían más sólidas y duraderas.

El otro rasgo importante es la combinación de un sistema de representación proporcional con circunscripciones electorales que tiene un número reducido de escaños parlamentarios que llenar. Nos referimos a la forma de elegir a los diputados por departamentos, basado en el número de habitantes. Esto crea muchas circunscripciones con una, dos o tres bancas que repartir. Es solo en el caso de los departamentos más poblados, sobre todo Central y Capital donde hay un número importante de bancas. La cuestión es que cuando el número de escaños a llenar es tan reducido la aplicación del sistema D’Hondt implica repartir los escaños entre los dos partidos más votados. Difícilmente entra un tercero y menos un cuarto. Por lo tanto, en las elecciones del 30 de abril, saldremos con una Cámara de Diputados repartida entre el Partido Colorado y la Concertación, sobre todo liberales. Central y Capital podrían marcar la diferencia, pero hay que ver.

Esto nos deja con la Cámara de Senadores, como único posible colegiado con una mayor pluralidad. El problema en este caso es que si bien hay 45 escaños que repartir en una sola circunscripción nacional, los actores políticos deben tener en cuenta en que sí hay lugar para un “tercero significativo”, pero difícilmente para un cuarto y quinto significativo. La lista de la Concertación ya incluyó a representantes de las diferentes fuerzas de la Concertación y eso ayuda, pero hay que ver cómo se presenta el desempeño de la lista 40 de Frente Guazú y la Lista del Encuentro Nacional. Será muy interesante si una lideresa emergente como Kattya González puede atraer votos hacia su lista y dar una sorpresa, quitándole al FG su espacio en el Senado. Este sería uno de los resultados más interesantes para observar.

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