28 mar. 2024

Diálogos con don José Asunción

Como parte del ciclo La guarania florece en los territorios de la patria, el músico Ricardo Flecha ofreció un concierto en el espacio creativo Ñe’ê Raity, en Atyrá. El escritor Andrés Colmán Gutiérrez se unió con textos que compartimos en esta página.

El cantautor Ricardo Flecha y el escritor Andrés Colmán Gutiérrez, durante el espectáculo sobre la guarania en Atyrá.

El cantautor Ricardo Flecha y el escritor Andrés Colmán Gutiérrez, durante el espectáculo sobre la guarania en Atyrá.

Andrés Colmán Gutiérrez

Periodista y escritor

Cómo se crea un nuevo ritmo musical, maestro José Asunción…?

¿En qué momento le surge a usted esa idea luminosa, esa obsesión artística que lo lleva a concretar la más importante creación musical del siglo XX en nuestro país, esa quimera proyectada al futuro, hasta convertirse en lo que nuestro amigo Ricardo Flecha denomina: “La Banda Sonora del Paraguay”?

Lo imagino en las noches bohemias de Punta Karapã, en el popular barrio de la Chacarita, regresando usted de juergas y serenatas, de reuniones políticas clandestinas, en esos duros años de resistencia y romance, sentado junto a alguna rústica mesa en esa humilde casita hoy legendaria, admirando por la ventana la bella vista panorámica de la Bahía de Asunción, con las aguas del río Paraguay bañadas por los rayos de la Luna, escribiendo a la luz de un farol esquivos acordes en el pentagrama, sin poder dormir en la búsqueda del sonido perfecto como quien persigue un sueño, una utopía…

¿Cómo hallar la ideal canción que sea la genuina expresión de nuestro pueblo, de sus sentimientos, de su historia, de su memoria, del mañana tantas veces robado, pero nunca resignado…?

¿Cómo ponerle música a las penurias y a las alegrías, a tanto sufrimiento, a tanto kunu’u, a tanto mborayhu, a tanta rebeldía…?

UN RENACIMIENTO CULTURAL

Aunque muchos quieran distorsionar la historia, maestro José Asunción, sabemos que la guarania no nació de una inspiración mágica, de una iluminación repentina, sino que fue el resultado de un largo proceso de exploración y estudio de la cultura popular del Paraguay, en una época en que se hacía necesario reafirmar valores como la vigencia de la lengua guaraní ante el desprecio de una élite gobernante.

Era una época en que la propia Banda de la Policía y otras orquestas importantes preferían interpretar ritmos extranjeros, óperas y música clásica.

Desde el mundo político se despreciaban el idioma y los rasgos indígenas, se relegaban los valores que habían sobrevivido a la trágica Guerra Guasu, se coartaba la necesaria identificación con las raíces de un pueblo que intentaba reconstruir su historia.

Usted supo entender, maestro Flores, que la música podía ser el vehículo de un renacimiento cultural y espiritual del pueblo paraguayo, pero para ello hacía falta un ritmo más lento, más romántico, más elaborado, que pudiera cobijar la poesía vibrante de aquel tiempo, de todo tiempo.

Dicen que esa idea largamente acariciada empezó a cobrar forma en aquella jornada de 1924, cuando usted convenció al director de la Banda de la Policía, el maestro italiano Nicolino Pellegrini, para ensayar una versión de la polca Maerãpa reikuaase, de Rogelio Recalde, en un tempo más lento, de 6 x 8. Luego de varias pruebas, usted se convenció: allí estaba la clave que andaba buscando.

Así empezó a cobrar forma el nuevo ritmo. Noches de rayar notas y acordes en el pentagrama, a la luz del farol, en la casita de Punta Karapã, hasta que pudo terminar aquella primera composición instrumental: Jejuí.

Dicen que fue una cálida noche de enero de 1925, cuando pidió a sus amigos integrantes de un trío de músico alemanes, que actuaban en la terraza del Hotel Cosmos, en Estrella y Colón, actual Asunción Palace Hotel, para que estrenen la nueva pieza musical. Así lo hicieron: Alfred Kamprad en violín; Alfred Brand en piano y Erik Piezunka en el cello, se esmeraron en dar vida a aquel ritmo que les resultaba exótico. Quiso el destino que entre los asistentes se encuentre el entonces presidente de la República, Eligio Ayala, quien aplaudió la interpretación y preguntó a quién pertenecía. Brand le respondió que el autor era un músico de la Banda de la Policía, llamado José Asunción Flores, “un muchacho talentoso”.

Dicen que el presidente Ayala pidió que repitan la pieza y que comentó a sus amigos: “Acaba de nacer la verdadera música paraguaya”.

PRIMAVERA MUSICAL

Son muchas las versiones, las historias, las anécdotas, las distorsiones, las leyendas, querido maestro Flores.

En plena época de la oscura dictadura stronista, que lo relegó criminalmente al exilio, se había echado a rodar la infame versión de que no fue usted el verdadero creador de la guarania, sino apenas un copión de los silbidos del poeta Manuel Ortiz Guerrero, su gran amigo y mejor letrista, como si alguien pudiera creer tan infantil argumento. Llamativamente, hay quienes lo repiten aun en nuestra época.

También hay quienes hacen correr que fue Manú quien le puso el nombre de guarania, buscando borrar la versión más comprobada de que usted encontró esa encendida palabra en los versos del poema En la fiesta de la raza, de Guillermo Molinas Rolón: “Y fue también Guarania la región prometida / como tierra de ensueño, de ilusión y de vida”.

Desde aquella histórica noche en que los acordes de Jejuí encantaron al presidente Eligio Ayala y a todos quienes poblaban la terraza del Cosmos, la guarania nunca más dejaría de sonar y seguiría floreciendo, de la mano de tantos otros compositores e intérpretes, hombres y mujeres.

Echaría a volar por todos los rincones del país y mucho más allá, en las románticas serenatas al pie de enrejadas ventanas, en el canto de resistencia del mensú de los yerbales, en las lágrimas sufridas del arribeño trotamundos, en el mágico aleteo de una panambi vera que cobija con sus alas al apóstol Manu, en el sentido purahéi del reservista que vuelve al amor tras una Guerra en el Chaco, en la sinfónica paloma luchadora de la paz a la que Elvio le puso versos más que gritos ante el horror del cataclismo, en la pregunta angustiosa de una noche tibia junto a las aguas del Ypacaraí, en el arrullo lírico de las caricias del viento de los cerros de Escobar, en las sombras nostálgicas de unos bellos ojos embrujados, en el sapucai de los campesinos sembradores que el doctor Abente convirtió en himno agrario, en la pykasumi a la que el Nano Serratt llevó a los escenarios del mundo, en la útopica patria de Carlos Miguel –y de todos nosotros– que no se resigna a seguir siendo soñada, cada vez con más fuerza y esperanza.

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.