08 feb. 2025

“Decidí ser enfermera luego de que mi papá se enfermó”

Sus primeras pacientes fueron sus muñecas. Cuando era niña, Juliana Ortiz Ayala (56), enfermera jefa del área de consulta externa en el Hospital de Barrio Obrero, tratada de inyectarles a esos juguetes. Su vocación no se inició por tener un pariente o padres que tuvieran una profesión. Pero sí fue un episodio relacionado con la salud que la llevó a la profesión.

“Mi papá tuvo un problema de la columna y se quedó con una joroba a causa de eso. Todo eso me llamó la atención y por eso, decidí ser enfermera”, cuenta Juliana.

Estar en un hospital público no solo requiere conocimientos técnicos, sino también calidez humana. La enfermera relata que de su trabajo lo que más le gusta es ayudar a las personas; sobre todo en los momentos difíciles.

“Especialmente me gusta ayudarles a la gente que viene del interior y a adultos mayores que llegan solos”.

La paciencia con los usuarios del centro asistencial es una de las virtudes que ejercita cada día, principalmente en estos tiempos de viralizaciones.

“Del trabajo que hacemos día a día prácticamente no se ve nada. Pero si pifiamos una vez, eso se divulga por todas partes. Pero nosotros contamos hasta diez y tratamos de ayudarle a nuestro paciente”, dice.

Juliana cuenta cómo con su esfuerzo fue subiendo hasta llegar al puesto que ocupa actualmente. También de cómo pudo costear los estudios de su única hija.

Con los años de experiencia, transmite templanza a las compañeras más nuevas y aprendió a administrar un grupo humano. Esa entereza fue importante en la etapa más dura de la pandemia. “Además de la paciencia, este trabajo enseña a ser humilde siempre”.