Lo primero es no perder la calma, tal como lo recomiendan los expertos. Se suele decir que la peor epidemia es la paranoia. Hay una gran responsabilidad en los periodistas y en los responsables de medios de comunicación, como en las autoridades sanitarias, en proveer información seria y responsable, sin resultar alarmistas.
A pesar de su alto nivel de contagio, el Covid-19 tiene un bajo índice de mortalidad. Un 2% es la tasa de letalidad y afecta principalmente a las personas de más de 60 años de edad y con enfermedades crónicas, como la diabetes, con quienes se tiene que tener mayor cuidado.
La mayor responsabilidad recae en quienes tienen a cargo los funcionarios del Estado a cargo de los controles en los accesos al país y la atención del sistema de salud. El Paraguay, como todo país en vías de desarrollo y con múltiples deficiencias de gestión, posee un sistema de salud pública que sigue siendo muy precario e insuficiente. Ni siquiera puede enfrentar con éxito enfermedades más básicas, como el dengue. Por ello, es lógico que exista en la población un lógico temor a no hallar el suficiente respaldo médico ante la emergencia que plantea el coronavirus.
Sin embargo, la situación convoca a hacerle frente como ya lo ha hecho el pueblo paraguayo en difíciles momentos de su historia, con entereza y espíritu de resistencia.
Lo primordial es mantener la calma, procurar estar bien informados acerca de las acciones preventivas que se deben adoptar y qué hacer en caso de que se registren los síntomas. Para ello hay que hacer caso a las recomendaciones médicas hasta en los detalles más básicos, como lavarse las manos con agua y jabón, ante los síntomas de la enfermedad cubrirse la boca con el antebrazo al toser y estornudar, limpiar y desinfectar los objetos que se utilizan habitualmente.
Hay que asumir cambios en nuestras actitudes cotidianas para no facilitar los contagios, cooperar y exigir que el sistema de salud haga todo lo necesario para combatir una posible expansión. Cuestiones básicas de nuestra convivencia, como compartir el tereré o el contacto directo en el saludo, tendrán que evitarse. Las medidas de prevención tendrán su inevitable incidencia en actividades sociales y en la propia economía, al restringirse los viajes, los eventos de gran aglomeración de personas, y afectarán a rubros como el turismo y los espectáculos. Habrá que trabajar en propuestas que ayuden a mitigar las consecuencias socio económicas.
Las crisis se enfrentan mejor con espíritu de cooperación y de ayuda mutua. Así ha quedado demostrado a través de nuestra historia. Este es un desafío que debemos enfrentar y superar juntos, como pueblo. La higiene, la prudencia y la solidaridad son nuestra mejor defensa.