Según Donald Miller, estudioso de las estructuras de las historias y exitoso empresario americano, las víctimas son aquellas que piensan que el destino no juega a su favor y que carecen de control de la situación. Culpan a otros. No ayudan ni lideran a los demás. Esperan que la solución y el rescate vengan de forma externa. En toda historia la víctima no toma decisiones, no crece, ni tiene reconocimiento.
El héroe, por su lado, tiene miedo -al igual que la víctima- pero responde diferente. Asume desafíos y pone su energía en la solución. Canaliza todo ayudando a otros y es el que, aunque termine con secuelas por su combate en el desenlace, recibe una recompensa: Su propia transformación y su aporte a otros. Es el que salva el día.
El villano también pudo haber sido víctima, siente dolor, pero quiere que otros también sufran como venganza. No reaccionan ayudando, sino destruyendo. El guía, por su parte, es el que demuestra empatía y autoridad para ayudar al héroe, fruto de su experiencia, y por ende pregunta: ¿Dónde puedo darte una mano?, o Aquí está un plan para que tomes acción y salgas de esta crisis.
¡A veces desempeñamos los cuatro roles en un mismo día! Pero nadie inspira más que un héroe transformado. Son personas ordinarias que se animan a ir en dirección de una hazaña extraordinaria. Necesitamos migrar a esa mentalidad. No desaprovechar el dolor y el revés. Detrás hay algo que podemos canalizar para bien. Lo más importante es en quién nos convertimos en el proceso y cómo nuestra historia -a veces sin querer- puede cambiar la de alguien más. Otros se levantan porque nos vieron hacerlo. Otros continúan porque vieron que nuestras heridas cicatrizaron.
Todos los héroes tienen la misión de transformar el mundo, en algún ámbito o escala. En ADEC estamos en la vereda de los que asumen desafíos, no de los que se sientan a esperar que el destino les juegue una “mejor mano”, ni de los que optan por la violencia como medio de lucha.
Seamos sinceros: Todos fuimos víctimas en estos meses. Hemos sido perjudicados, dañados, hemos perdido algo o a alguien. Eso nos ha dejado exhaustos y ensimismados. Es el rol que nos tocó desempeñar. Pero recordemos que es una posición temporal, como un lugar para visitar, no para residir. Recobremos las fuerzas necesarias y volvámonos a levantar. Mientras más grande sea el obstáculo que superemos, más épica será nuestra historia.
La mayoría -incluido sus discípulos- creían que Jesús quedaría en su tumba hace más de dos mil años atrás, sin embargo, la historia dio un giro drástico y llegó el tercer día para demostrar que, aunque piensen que es tu final, no lo es. Siempre hay más.