No pararon desde que empezó la pandemia. En el caso de los enfermeros del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente (Ineram), el tiempo de cuarentena total sirvió para la planificación de lo que vendría, cuenta Elvio Bazán, enfermero jefe de terapia intensiva del centro asistencial.
Ya con la enfermedad plenamente instalada, la incertidumbre es la compañera al salir de la casa, revela. “Uno sale preocupado, no sabe cómo va volver. Si va volver a la casa y con la posibilidad de contagiar a la familia. Es realmente un poco complicado; en casa le llegamos a aislar a mi hijo un tiempo”.
La nueva rutina hizo que la doctora Patricia Bracho, de la misma área del Ineram, durante varias semanas repasara una rutina para no contagiar a sus familiares y vecinos. “Ahora ya sale automáticamente, ya tengo el ritual bien memorizado”, dice entre sonrisas.
Desde la Unidad de Cuidados Críticos del Hospital de Clínicas, la doctora Belinda Figueredo, jefa de dicha área, menciona que esta es una situación estresante para todos. “A veces puede ser un familiar asintomático, puede ser un compañero que trabaja en otros lugares y no puede presentar síntomas. Es lo mismo para uno que trabaja en el sector respiratorio como para quienes están en las salas polivalentes”.
Momentos
La situación que viven cada día en el servicio tiene sus vaivenes emocionales. Los tres coincidieron en que una de las mayores alegrías que reciben es cuando un paciente en cuidado crítico, logra recuperarse totalmente.
“Muchas veces los pacientes ni saben quiénes les salvaron porque están sedados casi todo el tiempo. Pero los familiares nos agredecen”, dice la referente de Clínicas, coincidiendo en este punto con Bazán.
En otro extremo, la desazón llega cuando no pudieron lograr el resultado esperado con un paciente. Bazán recuerda el abatimiento que padeció cuando fallecieron cuatro, uno tras otro.
Para la doctora Bracho, el momento más fuerte que ha vivido fue cuando atendió una paciente oncológica joven y su situación se complicó aún más con el Covid.
La madre de la joven no podía acceder a verla para preservarla del riesgo de contraer la enfermedad.
También viven día a día con el temor de salir del hospital y llevar el virus a otros lugares. Las dificultades para realizar la labor con el traje puesto todo el día, a lo que se suma el calor que se siente con dicha vestimenta, es otro inconveniente.
Sin embargo, a pesar de las adversidades todos intentan mantener la necesaria fortaleza diaria y la transmiten a sus compañeros de equipo, sobre todo cuando el cansancio físico o mental depunta en el horizonte del hospital.
Testimonios
Belinda Figueredo, Clínicas: “Uno de los temores es que enfermemos”
“Ni siquiera pienso que voy a traer el virus del hospital, como nos cuidamos mucho. Uno de mis temores es que yo y mi familia nos enfermemos. Quizás vaya al supermercado y haya un paciente asintomático y sin querer me contagie. Y eso va crear todo un problema, si hay un familiar enfermo y necesita hospitalización; bueno, es muy complicado, cambia muchísimo el funcionamiento de la familia, afecta mucho a la familia. Sobre todo cuando un solo miembro de la familia se enferma; es muy raro que solo esa persona sea afectada. Generalmente se enferman más, por lo menos dos o tres. Y luego es ver cómo se evolucionará”
Elvio Bazán, Inerám. “Una sensación de preocupación constante”
“Para describir lo que siento cada día, diría que es una sensación, más bien una situación de preocupación siempre. Te vas con la preocupación en tu casa, no sabés cómo van a estar tus familiares, vos que le vas a llevar. Aparte de pensar siempre en el hospital, estar pendiente 24 horas, de los ingresos, los egresos, del personal, de cualquier equipo que caiga, insumos que falten. Uno siempre sale preocupado.
Espero que cuando pase la pandemia, podamos tener un tiempo de descanso. Nosotros ya empezamos a prepararnos desde que supimos que la epidemia estaba expandiéndose en China. No sabemos hasta cuándo seguiremos con esto”.
Patricia Bracho, Ineram. “Da energía cuando mejoran los pacientes”
“Lo que me da fuerza cada día es la formación y destreza para hacer bien el trabajo, además de la capacitación constante. También recibir mucha fuerza de los compañeros, porque nada se hace solo, todo es en equipo. Estos pacientes no se curan solo gracias a un médico o una enfermera, sino a todo un plantel multidisciplinario. Todos colaboran y todos cumplen su papel, apoyándose los unos a los otros todo el tiempo.
Sobre todo lo que más carga la pila es cuando los pacientes mejoran. Eso te da una energía tremenda cuando estás trabajando. Tengo mucha buena energía de toda mi familia que me envía mensajes de apoyo”.